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1.500 pesetas por un título nacional

Manolo Martín recuerda que "Castilla tenía preparado en el vestuario el champán para celebrar la victoria en la final de La Condomina; pero nosotros jugamos perfectos"

  • AMARILLOS DE SIEMPRE
  • 28/03/2012 - 20:24

Manolo Martín González (Las Palmas de Gran Canaria, 24 de septiembre de 1944) es como una enciclopedia de consultas del fútbol canario, no sólo sobre lo que él vivió como integrante de la selección juvenil de Las Palmas campeona de España en 1962 y más tarde como jugador de la Unión Deportiva, sino de todos los aconteceres que han rodeado a nuestro deporte en distintas épocas. De su propio baúl personal saca una joya que ha guardado en los cincuenta últimos años. Es una libreta de ahorros del desaparecido Banco de Canarias que le fue entregada a cada uno de aquellos Diablillos Amarillos con la cantidad de 1.500 pesetas de la época (nueve euros) como prima por haber ganado el título nacional.

"Don Jesús Gómez", rememora con precisión, "era el presidente del Banco y el presidente de la Federación de Las Palmas. Nos la entregó y esa cantidad estuvo ahí, aunque alguna vez saqué un poco para gastos comunes y para comprarme la tela de un traje. Yo he guardado este documento como un tesoro personal", comenta luego de un debate jocoso con Germán Dévora. "El Maestro decía que eran 1.000 pesetas y él mismo dijo entre bromas que a los buenos del equipo nos pagaron más".

EMOCIÓN ANTE TENERIFE

Manolo Martín vive con intensidad los preparativos de estas bodas de oro de la gesta firmada por los Diablillos Amarillos. No tarda en señalarnos cuál fue el momento más emocionante de aquellas eliminatorias y final. "Sin duda, la eliminación de Tenerife significó muchísimo porque para nosotros era una ilusión no sólo superar al equipo que había apeado a los que nos precedieron en la selección, entre los que se encontraban Tonono y Guedes, sino porque era la primera vez que unos chicos jóvenes íbamos a salir a la Península. Eso representaba mucho en aquella época, y más con la emoción que habíamos despertado entre los aficionados que llenaron el Estadio Insular en todos los encuentros que disputamos".

Uno de los datos curiosos que nos aporta Martín es la manera en que se analizaban a los rivales. "No teníamos la posibilidad de ver vídeos o cintas de película sobre aquellos equipos. Así que los técnicos nos mostraban fotos de las alineaciones de Andalucía, Cantabria o Castilla. Analizábamos a nuestros rivales así y nos fijábamos en el poderío físico de aquellos futbolistas (...) Gallego, el capitán de Andalucía, era una bestia. Luego comprobamos que saltaba más que los porteros y ganaba todos los balones por arriba".

LAS PARADAS DE SANTIAGO Y EL GOL DE ORAMAS

Martín resalta el papel de Germán en aquel equipo donde su liderazgo era innegable, pero también se fija en dos nombres propios que fueron determinantes en momento puntuales de la competición. "Cuando fuimos a jugar a Sevilla ocurrió que durante cuatro días no paró de llover. El Sánchez Pizjuán era una piscina y los canarios no estábamos acostumbrados a jugar sobre mojado. Aquel día nuestro portero, Santiago, hizo el partido de su vida, portentoso. Paró muchísimo y nosotros nos defendimos bien ante un rival que era temido en todo el país. Perdimos uno a cero, con gol de Gallego, pero si hubiésemos regresado para la vuelta con más diferencia quizá no habríamos podido remontar. No lo sabremos nunca".

Pero también tiene Martín un reconocimiento personal para el delantero Juan Oramas porque "cuando estábamos en la final con Rafael lesionado, él hizo aquel gol que fue definitivo. Ese momento fue apoteósico. Se lanzó en plancha con una gran determinación anticipándose a los defensas y al portero castellanos. Fue un visto y no visto que cerró el título para Las Palmas".

Martín descubre que el triunfo de la selección Las Palmas cogió por sorpresa al combinado de Castilla, tanto que "le chafamos la celebración. Tenían preparadas botellas de champán en el vestuario porque estaban convencidos que nos iban a ganar en la final de Murcia. Quizá porque nos vieron entrenar en nuestro paso por Vallecas en una ocasión y se llevaron una imagen errónea. La selección de Las Palmas fue muy superior en la final, aunque ellos también apretaron. Tuvieron el magnífico detalle al concluir el partido de pasear a hombros a nuestro capitán, Pedro Lasso, cuando nos entregaron la Copa (imagen de la izquierda). Fueron exquisitamente deportivos".

Martín I analiza que la final fue escrita para los Diablillos Amarillos de una forma clara. "Castilla, sin saberlo, hizo el fútbol que más nos convenía a nosotros. Renunció a salir desde la defensa con un despeje e, incluso, el portero pasaba el balón para atacar a base de combinaciones. Eso era perfecto porque Las Palmas lo realizaba mejor. En mi caso también me benefició porque yo me consideraba un peón en el equipo, con la misión de robar balones y entregarlos a Lasso o Germán. Todo salió como habíamos soñado".

Si cierra los ojos aún recuerda frases, anécdotas e imágenes no sólo de los partidos sino de las celebraciones posteriores que se prolongaron durante días en la capital grancanaria. "La llegada a la isla fue algo espectacular, desde el Aeropuerto hasta la ciudad, paso a paso. Nos sentíamos héroes; lo fuimos".

Manuel Borrego

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