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Pasillo de honor para los "¡campeones, campeones!"

La afición espera de madrugada el regreso de los jugadores para hacerles ver que "este es mi equipo y estamos orgullosos"

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  • 17/06/2013 - 01:03

M.B.

Gente de Artenara, de Ingenio, de Agüimes, de Gáldar, de la capital, ... gente que apenas saboreó dos años a la UD Las Palmas en Primera División y otros que tienen débiles recuerdos de aquella breve etapa. Gente mayor que no olvida y gente que quiere ganar sus próximos recuerdos. Todos ellos estuvieron en la puerta de entrada a Gran Canaria por donde, en la madrugada de este lunes, regresaba la UD Las Palmas. La tristeza que se reflejaba en los rostros de los deportistas tras quedar a unas brazadas del anhelado ascenso hacía contraste con esa gente amarilla que quiere ver a su equipo otra vez en la órbita más lejana.

Medio millar de grancanarios les esperaban y durante más de una hora convirtieron el Aeropuerto de Gran Canaria en el escenario de una danza para los "¡campeones, campeones!" o para repetir el estribillo: "¡este es mi equipo y estamos orgullosos!". Durante sesenta minutos se olvidó el 2-1 de Almería porque en aquel momento empezaba a nacer la siguiente temporada, con el subrayado de reválida.

Uno a uno, empezando por el presidente Miguel Ángel Ramírez, recorrieron el espacio de unos veinte metros entre la puerta de llegada tras el arribo aéreo hasta la guagua que les llevaría al punto de origen. Uno a uno fueron abrazados, besados, ... forzados a atravesar un pasillo de cariño donde los amarillos de la grada querían hacerles ver que son "campeones, campeones". Fue el pasillo de honor para aquellos que durante unos meses les han hecho felices y les han devuelto la ilusión.

"Aú, aú, aú, ... Chrisantus", dedicaron al goleador del Estadio de los Juegos del Mediterráneo. "Illa, illa, illa, ... Atouba maravilla" le tocó al camerunés después. "¡Thievy, quédate!, ¡Thievy, quédate!" replicaron al ver al francés. Y luego a Murillo, también a Barbosa y especialmente a "Vitoooolo, Vitoooolo". La afición pedía que el proyecto que acarició la gloria no se descomponga a la vez que descubría preferencias como las de "Moooooco, Moooooco", que respondió con timidez.

Los jugadores, técnicos y dirigentes del club atravesaron la jungla de aficionados sin articular palabra, algunos con las lágrimas a punto de brotar. En silencio quedaron sentados en la guagua observando sin comprender aún por qué les habían hecho felices a aquellos fieles.

Llegaron tras la dura batalla de la campaña y saben que no volverán a caminar solos ni pueden tener la sensación de que el esfuerzo cayó en el vacío. "Este es mi equipo y estamos orgullosos", les cantaron mientras se citaban para el nuevo amanecer.

La tristeza de los futbolistas contrasta con la alegría exterior de volverles a ver (C. Torres)