Publicidad

Hernández: eficiente antes que brillante

El capitán de la final de Copa de 1978 y el entrenador campeón de la Copa RFEF de 1995 con el filial recibirá su merecida insignia de honor

  • AMARILLOS DE SIEMPRE
  • 17/02/2016 - 17:10

Manuel Borrego

Guillermo Hernández recibirá este sábado, junto a Juan Guedes -a título póstumo-, Gilberto I y el donostiarra Oregui, la insignia de oro y brillantes de la UD Las Palmas. Un reconocimiento púlbico absolutamente merecido. Fue Hernández un jugador muy rentable, un hombre de club que extendió sus servicios a la UD Las Palmas posteriormente en la cadena de filiales.

Varios son los datos relevantes de Hernández, lateral diestro ubicado en banda izquierda, como futbolista amarillo. Con 375 oficiales (todos ellos en temporadas que comenzaron y terminaron en Primera División) es el séptimo jugador con más partidos con la camiseta amarilla. Con 9 partidos en Europa también es, junto a Estévez, el segundo futbolista que más participó en competición continental con Las Palmas. Sólo les supera Germán Dévora (10). Fue partícipe del debut frente al Hertha de Berlín en Copa de Ferias y jugó el célebre encuentro frente al Torino, con el 4-0 que puso patas arriba al club italiano.

Fue capitán muchos años en la UD Las Palmas, incluso en la final de Copa disputada frente al FC Barcelona en 1978 (1-3). Y el nombre de Hernández queda como entrenador campeón de la Copa Federación con Las Palmas Atlético, en 1995, dirigiendo a una generación de futbolistas que lideraba nada menos que Juan Carlos Valerón.

Hernández se convirtió en una de las referencias del equipo amarillo con su estilo sobrio, equilibrado y siempre disciplinado. No fue brillante, pero si eficiente.

A continuación reproducimos el reportaje realizado por Tinta Amarilla en el que nos narró sus vivencias personales en la UD Las Palmas desde 1969 a 1980.

Los recuerdos de Hernández

Germán Dévora dijo una vez que el jugador más rentable en la historia de la UD Las Palmas había sido el lateral Guillermo Hernández. "Nunca falla, no tuvo altibajos y su rendimiento siempre fue regular. Eso, en el fútbol, es algo que sólo está al alcance de unos pocos". Una definición de ese tipo sirve como epígrafe a la hoja de servicios de uno de los históricos capitanes del club grancanario. Hernández (10 de diciembre de 1945, Las Palmas de Gran Canaria), defensa diestro que jugaba en la banda izquierda, asume con orgullo ese piropo de uno de sus referentes profesionales: "Para mí, el propio Germán, Tonono y Guedes fueron las grandes estrellas que tuvo la UD Las Palmas en su historia. Nosotros éramos los peones de un equipo donde ellos lucían por su gran calidad deportiva. Pero el resto también destacaba porque eran excelentes futbolistas. Fue aquella una unión perfecta que hizo disfrutar de buen fútbol a muchos canarios durante casi veinte años. Creo que el equipo integrado por jugadores de nuestra cantera (generación de los diablillos) fue el mejor de todos los que he conocido. La etapa de Germán y Guedes fue la más vistosa. La que lideró Brindisi, años después, fue también muy importante y destacó por su efectividad".

Isletero y artesanista

El Artesano fue el club de procedencia del isletero Hernández que aún hoy recuerda que en la primera ocasión que actuó en el Estadio Insular, para un amistoso entre semana, le temblaban las piernas y apenas podía caminar. "Estaba realmente emocionado porque llegar hasta este estadio no era nada fácil entonces y mucho menos vestir la camiseta amarilla. Los futbolistas de hoy no saborean como nosotros el significado de estos colores. Son dos mundos distintos". Se considera un jugador de club al que no hacía falta hablarle porque "salir al terreno de juego y encontrar a veinte mil personas esperando a nuestro equipo te daba tanta fuerza que no necesitábamos que el entrenador dijera nada. Yo fui un futbolista defensivo y he de reconocer que en el campo tenía cierta picardía que aprendí con los buenos consejos de los veteranos. Cuando tenía que marcar a una de las estrellas de la Liga, me crecía", puntualiza. "Se me daba bien Juanito Gómez o, incluso, Roberto Martínez que era muy alto. Tenía bien estudiado a Rexach, a Ufarte, ... Tuve duelos muy reñidos con el bilbaíno Dani, que era muy hábil y listo en el campo. Fui un jugador duro, pero limpio porque siempre tenía la mirada fija en el balón. Nunca resulté expulsado a pesar de mi condición de zaguero. Quien me dio muchos problemas fue Sancayetano, del Hércules, un delantero que me cogió la medida". Señala como su ubicación natural el centro de la defensa pero, pasados los años, "fui desplazado hasta el lateral porque medía 1.70. Sin embargo, uno de mis fuertes era el juego aéreo. Saltaba mucho y aprovechaba mis habilidades en el área para que mi delantero no rematara. Y si lo hacía, nunca tenía un remate cómodo".

Los tres pilares de un zaguero

Aprendió Hernández que se necesitan tres virtudes para ser un buen zaguero: "colocación, visión y velocidad de reacción en espacios cortos. En el campo de juego hay que saber estar y leer el partido para anticiparse a los puntas. En ese sentido, Tonono fue un maestro. Jugué algunos encuentros como defensa central, con él. Yo tenía la misión de aproximarme al rival y él la de salir al cruce, escoltándome. Eso hoy apenas se ve en el fútbol actual pero es una forma de defender muy efectiva".

Hernández no comprende cómo de manera tradicional existe una carencia de jugadores defensivos zurdos en el fútbol canario, que ya en su tiempo obligó a los técnicos a recurrir de futbolistas diestros: "es cierto que hay un vacío en esta demarcación. Después de mi etapa, quizá Javier Campos fue el jugador que estuvo en el puesto con mayor presencia. Pero incluso hoy es una plaza que no tiene dueño fijo en las últimas temporadas".

La emoción de un gol en el Insular

Los técnicos de la época consideraron que el lateral de Hernández debía recorrer menos metros de ataque que el de Martín Marrero: "mi comportamiento en el campo era un setenta por ciento defensivo. Sabía cuál era mi misión pero también resulta curioso que marqué algunos goles importantes para el equipo. El más bonito fue contra el Betis, con Pesudo en la portería. Fue una falta al borde del área, Germán comprobó que no estaba marcado y me pasó el balón. Lo controlé con el pecho y, sobre la marcha, enganché un gran disparo. No puedo describir el momento. Me volví loco porque había que escuchar en el campo cómo se celebraba un gol en el Estadio Insular. Ese momento no tiene precio".

Valerón es único

Aún hoy, recién estrenada la jubilación, Guillermo Hernández mantiene su vínculo con la UD Las Palmas como instructor de jóvenes valores de la cadena formativa. Llegó a dirigir incluso, en varias etapas, al primer conjunto filial con el que se proclamó campeón de la Copa Federación en la edición de 1995. En el encuentro de Balaguer, vuelta de la final, el propio presidente de la RFEF Ángel María Villar llegó a comentar que el joven equipo amarillo tenía un mejor juego que los mayores de la época. Estaban dirigidos entonces en el campo por un emergente Juan Carlos Valerón: "ya se veía venir el pedazo de jugador que teníamos en nuestras filas. Valerón destacaba por su amplia visión y por una tranquilidad impropia para su corta edad. Asombraba a todo el mundo. Al igual que Manuel Pablo, que ha tenido una trayectoria muy sorprendente porque le conocí desde muy pequeño y en ningún momento era el futbolista más destacado de sus equipos. Pero siempre, año a año, había una mejoría constante. Cada vez hacía una cosa diferente. Valerón y Manuel Pablo son futbolistas que no se fabrican: nacen con talento y luego sólo tenemos que moldearlos. Valerón, como en su día Germán, es un jugador único. La pena es que en su caso no le pudimos disfrutar con la UD Las Palmas. Quizá cuando debutó aquí no rindió porque era joven y por el tipo de jugadores que le acompañaba".

De su etapa de futbolista aprendió viejas recetas que siempre fueron fórmulas aceptadas por los jugadores: "Debuté en 1969 con Molowny. Él y Miguel Muñoz eran de la misma escuela, la del Real Madrid. Decían a los jugadores que salieran al campo simplemente a hacer lo que sabían, que se olvidaran del resto. Eran mensajes sencillos que el futbolista agradecía. De alguna forma, Roque Olsen también era igual, aunque era un hombre con un carácter muy fuerte y sólo su presencia ponía firme a la tropa. Con Sinibaldi la UD Las Palmas gozó otro gran momento porque teníamos una condición física notable. En casa nadie nos rechistaba".

Tres sobrinos amarillos

La saga de los Hernández no acabó en Guillermo. Tres de sus sobrinos llegaron a militar en el primer equipo de la UD Las Palmas: dos de ellos en la década de los noventa (los gemelos Javi y Francis) y otro más en los años recientes (Alberto), este último también con el brazalete de capitán. "Javier era el más rápido y hábil en el área. Tenía picardía pero le faltó un poco más de velocidad para triunfar. Francis fue un futbolista muy útil y práctico, que se amoldaba en muchas posiciones. Alberto fue más técnico pero algo lento por su corpulencia. Me siento orgulloso de la participación de los tres en el equipo donde, quizá, llegaron a conocer su propio techo profesional".
A Guillermo se le recuerda porque muchas veces, durante años, acudió al círculo central a saludar a colegiados y delegación rival antes de los encuentros: "La capitanía no me gustaba pero he de reconocer que respondí ante esa responsabilidad como el club se merecía. No hice amigos con los capitanes rivales, al contrario, siempre los miraba de reojo. Salvo a Quini, con el que había sido compañero en una selección sub'21 en la que también estaban su hermano Castro, Benito, Grande, ... a las órdenes de José Emilio Santamaría".

El Barça fue mejor en la final

"Nuestro mérito fue llegar a la final de la Copa, con encuentros memorables como el de Gijón en semifinales. En el Bernabéu todo nos salió mal. El primer gol fue un penalti inexistente y el 2-0, tras un córner rematado por Asensi, nos mató. Si hubiésemos jugado la final unos días después la cosa no le habría ido tan bien al Barça".

La foto de un campeón

"A pesar de la derrota, estábamos orgullosos por haber llegado tan lejos. Se dio una circunstancia curiosa porque no nos habíamos marchado del Estadio viendo la celebración azulgrana. No recuerdo quién pero alguien nos dijo: "Vamos a sacarnos una foto juntos" y acepté. Por eso estoy en la imagen del campeón, con el trofeo, pero de amarillo".

Una tiza en la merienda

"Teníamos por costumbre ganarnos unas 'perrillas' extras con el tabaco y algunas otras cosas que viajaban con nosotros en nuestra maleta. Pero teníamos que esquivar el control aduanero, como hicieron tantos canarios que viajaban a la Península entonces. Había varias fórmulas; una de ellas era marcar con una tiza la maleta con el mismo signo que lo hacían en la aduana. Pero en una ocasión una maleta quedó atrás y hubo tanta presión de los agentes por saber quién era el propietario que uno de nuestros jugadores acabó comiéndose la tiza para desaparecerla".

El pelo de Starsky

"Don Jesús García Panasco fue un personaje clave en la historia del club. Estaba en todo, controlaba todo y sabía qué es lo que se debía hacer en cada momento. Durante una época se puso de moda el pelo grande, como la serie Starsky y Hutch. Él me miraba fijamente hasta que un día me dice: Hernández, ¿está usted seguro que ese pelo le sienta bien?".

La invitación del realista Zamora

"Yo no acostumbraba a vengarme en el campo porque era frío, me fijaba bien en lo que hacía. En un partido contra la Real Sociedad, Zamora me dio una patada con mala intención. Y esperé mi momento. Fue en una barrera y, cuando el árbitro no miraba, le di un cabezazo. Él se levantó y me amenazó: "¡ya verás cuando juguemos en San Sebastián!", me dijo. Y yo le respondí: "Pues allí te llevarás el doble".

Con Juani me entendía con la mirada

"El mejor compañero de banda izquierda era Juani. Lo teníamos hablado, si él se acercaba, le enviaba un pase profundo y si él amagaba una carrera se lo entregaba en corto. Formamos un buen tándem y el equipo tuvo mucha vida. Juani era un jugador que me encantaba porque tenía sangre".

El gustazo de ganarle al Torino

"Soy de los que opinan que el triunfo sobre el Torino fue el partido más completo en la historia de nuestro equipo. Fue intenso de principio a fin, nos salió todo. Sin embargo, en el choque de ida lo pasamos muy mal porque nos dominaron y apenas podíamos pasar del centro del campo. Esa es la victoria que me dejó mejor sabor de boca. También otras sobre el FC Barcelona".

©TintaAmarilla.es. Todos los derechos reservados.