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Que aprendan a competir de verdad

Después de 59 partidos de Primera, Setién eleva a público un defecto que él ha observado en su plantilla durante el partido de Balaídos y que señala a nueve encuentros del teórico final de su ciclo

  • ENTRE BASTIDORES
  • 04/04/2017 - 15:33
Que aprendan a competir de verdad La celebración del gol de Bigas. Una imagen ilustrativa (La Liga)

Manuel Borrego

La actuación de la UD Las Palmas en Balaídos fue decepcionante. La intervención posterior de su entrenador en sala de prensa, para explicar qué le ocurrió al equipo otra vez en un desplazamiento, fue aún más desconcertante. Dejamos al margen sus aproximaciones públicas con respecto a otros clubes. Está en su derecho, como también que un sector importante de la afición de la UD Las Palmas y su consejo de administración experimente un mayor grado de enfado este miércoles. La oportunidad es una virtud y hay que saberla entender, incluso fuera de los tableros.

Nos centramos en otro aspecto del discruso que Setién ha subrayado y que deja a los jugadores de la plantilla enganchados a un fino hilo:

* La síntesis: lo ocurrido ante el Celta es producto del perfil de futbolista que tiene la UD Las Palmas. Son jugadores "que saben qué hacer con el balón" o sucumben sin él. Y esto seguirá ocurriendo, según el técnico cántabro, "hasta que estos jugadores aprendan a competir de verdad en esta categoría".

Esa aseveración tan rotunda, prácticamente sin matices, la realiza el preparador amarillo después de 59 partidos en su banquillo y en Primera División, donde logró 20 triunfos, 14 empates y 25 derrotas, con 84 goles a favor y 88 en contra. Ha tardado este tiempo para elevar a público una observación tan importante, ahora que los resultados no acompañan. Contrasta todo ello con lo expresado por él mismo apenas 48 horas antes, cuando se entusiasmaba por la intensidad de los entrenamientos y lo que había visto en él antes del viaje a Galicia. Falló en el pronóstico otra vez. O por su mensaje en redes sociales después de los primeros atisbos de crisis de resultados, a finales de febrero: "Veo que algunos pierden la fe, pero seguiremos y les convenceremos de nuevo. Tan firme como cuando llegué".

El reproche -así lo interpretamos- de Setién no vino acompañado por la respuesta a la siguiente lógica pregunta: ¿Qué hizo el entrenador para evitarlo?, ¿cuáles fueron sus decisiones previas o en ruta durante el partido?. O, como siempre se plantea: ¿Cuál es su plan B?.

Cuando cuestiona el saber competir en Primera de esos mismos futbolistas que han hecho entusiasmar a la parroquia amarilla y a la España de buen paladar futbolístico, también añade criterio sobre los presuntos puntos débiles que exhibe en público.

No es la primera vez que detectamos una incontinencia en los mensajes del actual entrenador amarillo. Sus aseveraciones, las frases contundentes y también las contradicciones, que las hay en abundancia, calan en todos los sectores del proyecto amarillo. Lo que dice un entrenador de un club tan prestigioso como lo es la UD Las Palmas tiene sus propias secuelas. Y esas deben estar calculadas, como el movimiento de avance de un peón.

Pero lo más importante es el crédito propio ante los jugadores, que son a la postre los que han de salir a pelear por el escudo. Esos mismos deportistas, en número importante, fueron los que han llevado a la UD Las Palmas a la Primera División en tan dura categoría, tan intensa y reñida, como es la Segunda española actual. Entonces supieron competir, incluso levantándose al día más duro de la historia del club de la islita. Son los mismos que más tarde le han hecho tener un cartel importante como para que Las Palmas le brinde la mayor oferta jamás planteada por el club grancanario a un técnico o que su nombre esté en las carteleras más importantes de los próximos estrenos. Eso se lo ha ganado con la complicidad de todos a los que ahora no observó en grado competitivo.

La realidad es que los números son el botón de muestra, el algodón de la verdadera realidad del fútbol: la clasificación. Y dicen que Las Palmas está en una fase de mucha incertidumbre y que su fútbol no es, ni por asomo, el que brindó en otras etapas de la Liga. El rostro de un equipo, que no sonríe ni en la última victoria, tiene otra explicación que debe tenerla en cuenta la comisión deportiva y el consejo de administración que diseñó este proyecto del que el técnico cántabro ha decidido desembarcarse.

Hoy, después de Balaídos y antes de Ipurúa, no sólo la competitividad de los futbolistas está agarrada a un hilo que, con otros marcadores similares, puede desnudarse por completo.

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