La previa

Episodio 1 de la Fuga de Alcatraz

Manuel Borrego

Llegó la hora. La Liga entra ya en la recta final, la de meta. La segunda vuelta comienza para la UD Las Palmas con un déficit de puntos voluminosos y unas carencias notables en todas las facetas del juego colectivo. Ha firmado su peor primera ronda de la historia, en cualquiera de sus categorías; pero eso ya es pasado y quedan por delante 57 puntos que discutir a 19 adversarios.

Los tres primeros son en el Estadio de Gran Canaria y ante uno de los mejores equipos del momento en España, que además le ha tomado la medida a la escuadra de Paco Jémez. El factor sorpresa está de lado de los amarillos este sábado; también debe estar el hambre y la ambición por sacar al equipo de una condena a la que parece haberse perpetuado por este camino.

Por eso, el de hoy, debe convertirse en el primer acto de su particular Fuga de Alcatraz. Porque la opinión de la España futbolística ha condenado a la Unión Deportiva a un descenso seguro a Segunda División del que tiene que rebelarse. Lo podría hacer con sus aficionados, que no le abandonan pero que también necesitan una señal desde el terreno de juego, algo que les anime a creer.

Podría pensarse que el proyecto tocó fondo en Montilivi donde un modesto Girona, pero un gran equipo, pasó por encima de la UD Las Palmas sin piedad. El 6-0 fue un durísimo castigo, el epílogo de esa desastrosa primera vuelta que se ha tragado todas las buenas sensaciones de temporadas pasadas. Ha devorado también la confianza, el juego y hasta el estilo. Ha perforado la moral y ha rescatado los defectos abundantes que aparecen cuando no se supieron atajar algunos males.

Si los jugadores de Jémez quieren demostrar que aún es posible la salvación tendrán que hacerlo rompiendo pronósticos, como el que en teoría brinda la visita del Valencia al Gran Canaria. No habrá experimento táctico en esta oportunidad, como ocurrió hace una semana. Quiere inspirarse Las Palmas en el buen primer tiempo que mostró en Copa precisamente frente al Valencia. Le negó el balón, presionó con intensidad y llegó a ponerse en justicia por delante en el marcador.

Pero para ganar al equipo de García Toral se necesita más. Al menos gastar todo el combustible en el campo de juego, sacar el amor propio y rescatar las fuerzas donde no las encuentre. La cuenta atrás ha comenzado y la UD está a tiempo de escapar de este presidio deportivo. Valentía, osadía e ingenio hacen falta.