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La contracrónica

Mientras hay Viera, hay esperanza

  • ENTRE BASTIDORES
  • 21/01/2018 - 11:37
Mientras hay Viera, hay esperanza La celebración del segundo gol amarillo, obra de Calleri. Le cedió el balón Viera para que ejecutara un penalti que dejó estático a Neto (C. Torres)

Manuel Borrego

Apenas una semana atrás, siete aficionados de la UD Las Palmas -integrantes de la popular peña Germán Dévora- estaban en el aeropuerto de madrugada para llevar el primer mensaje de aliento a un equipo que regresaba abatido de Girona. Este sábado, más de 20.000 personas acompañaban a esos jugadores, aceptando el órdago amarillo lanzado por la presidencia del club para la segunda vuelta del campeonato. En el lugar donde estaban los mismos peñistas de la Grada Curva se leía un mensaje al viento, con un "no nos rendimos". No son sólo palabras, son hechos.

Las Palmas ganó posiblemente el partido más complicado de cuantos ha disputado durante esta temporada en su feudo dentro del campeonato de Liga, con permiso del Atlético de Madrid. El mismo Marcelino García Toral advirtió que el Valencia había disputado en el Estadio de Gran Canaria el mejor primer tiempo de una campaña en la que ha ganado ya cinco partidos como visitante. Pero ese gran rival, que aspira a volver a la Champions la próxima temporada, sucumbió durante muchos minutos ante otro equipo.

Porque, por vez primera, Las Palmas dio sensación de conjunto, de cohesión, de unidad. Sufrieron juntos, trabajaron unidos, fueron solidarios incluso cuando iban por detrás en el marcador y, tras dura labor, gozaron juntos por la obtención de una victoria que debería tener más significado que los tres puntos justamente conquistados.

Sintieron con el alma que había mucho que proteger a pesar de la poderosa amenaza visitante. Y con el alma, cuando llegó el gol de la esperanza, el narrador de UDRadio rescató un mensaje que, no por incompleto, es también muy certero porque refleja la otra realidad de la plantidad: vivir de la calidad individual. "Mientras hay Viera, hay esperanza" lanzó al viento Ruymán Almeida, obviamente emocionado porque captaba la trascendencia de ese primer gol canario en la noche.

Las Palmas se sobrepuso a sí misma. Fue capaz de ir modificando el ánimo de sus fieles y también las sensaciones de poder del mismísimo Valencia, que apenas diez días atrás le agujereaba por todos los costados en la Copa. El sentido de equipo presidió hasta el final y el 2-1, obra de penalti, fue reflejo de ello. Esta vez Viera cedió el paso. No sintió el egoísmo de ser protagonista y cedió el balón al argentino para la ejecución máxima. El factor sorpresa se producía a once metros de Neto. El meta del Valencia, paralizado, hizo ver que no tenía total conocimiento del estilo ejecutor de Calleri.

La alegría, al fin, llegó al barrio de los grancanarios. Es efímera, por supuesto, porque la tabla clasificatoria sigue estando para mirarla de reojo, sin tranquilidad alguna. Pero la ilusión es de verdad un brote verde. Y podrá cambiar el rótulo de esta película porque "mientras hay equipo, se mantendrá la esperanza" ... por complicado que aún pueda parecer.

Fotos: C. Torres

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