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Contracrónica

Ni heridos, ni ilesos

  • ENTRE BASTIDORES
  • 17/03/2018 - 19:42
Ni heridos, ni ilesos El desvío final de Chichizola a remate de Sidnei, evitando el 2-1 en Riazor (BeIN Sport)

Manuel Borrego

El primer dato real que arroja el empate en Riazor es que el único objetivo de la UD Las Palmas a falta de nueve jornadas sigue siendo el Levante. Porque, se mire como se mire, los amarillos de Jémez no salieron heridos de su visita al Deportivo de La Coruña, pero tampoco dejan la sensación de haber quedado ilesos. Corre una jornada más y la distancia es ahora de seis puntos (siete hasta que se resuelva el emparejamiento directo con los granotas). Esa es la referencia y no ha cambiado a otra.

El partido ante el Deportivo no debería ser una ilustración de lo que resta de temporada: una UD con sus rivales jugando con la pistola en mano y balas en cualquier dirección. Al equipo no le falta valentía; eso no se le puede discutir y se le debe agradecer. E, incluso, durante algunos momentos llegó a bloquear a su oponente de forma muy clara. Pero Las Palmas no está sana en su fútbol y en bastantes ocasiones pretende actuar con un riesgo que sin duda ahora no corresponde. Porque la confianza, el acierto individual, la coordinación colectiva y hasta la distribución en el campo no son las idóneas para un equipo enterrado en la clasificación.

Del Levante que ha resurgido en las dos últimas semanas con Paco López se aprecia que no está mejor que amarillos o deportivistas, pero está haciendo las cosas sencillas sin volcarse en las complicadas. Con mayor o menor fortuna se empeña es ser sólido para golpear con lo que tenga. De ese Levante debería aprender algo la UD de Paco Jémez. O imitar. No se puede jugar siempre con tan avanzadas líneas y con tantos metros entre los zagueros y Chichizola (especialmente los laterales). No se puede arriesgar tanto con el balón en zonas donde el rival tiene poco que hacer para llegar al área. Y, sobre todo, no debe perder la concentración con tanta facilidad en las acciones de estrategia. Eso, al menos, a bote pronto porque a título individual hay futbolistas que son una sombra de lo conocido. Y otros, como el emergente David García, del que no se explica en no pocos partidos por qué no se ha ganado la titularidad esta temporada.

Las Palmas actuó a la gallega en Riazor: no convenció ni todo lo contrario. Se quedó como el marcador, a medias. Salió viva, gracias a un enorme Chichizola que rechazó hasta cuatro balones de gol de un rival que perdió más en el envite del día. Y a la osadía de Halilovic, que fue el que más decisiones ofensivas produjo en el partido. Su labor tan descompensada con el resto habla más de gestos solitarios.

Insistimos en que muchas veces el fútbol profesional consiste en hacer entender lo que predica Juan Carlos Valerón a los jóvenes que les quieren escuchar: primero, las cosas sencillas para luego atreverse con las complejas. Y la UD aún, por muy avanzado que esté el calendario, está para hacer lo justo y salvar como sea la categoría. Todo empieza por defender mejor y dar menos trabajo a Chichizola. Porque no siempre será el Angel de la Guarda.

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