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Opinión

  • Y hasta corta me parece la sanción a Cristiano Ronaldo. Que un jugador se desenvuelva de la forma en la que él lo hizo ante el árbitro de un partido no tiene justificación alguna, pero en su caso se agrava la situación por ser el partido de que se trata, y por ser él la figura de la que se trata, en ambos caso, con un repercusión mucho más allá de lo que significa un simple juego de ‘once contra once'. Considero, por tanto, que la pena hasta podría aumentarse, y bien podrían darse con un canto en el pecho los seguidores del conjunto blanco con perderle por esos cinco encuentros, aunque visto lo visto el domingo por la noche en Barcelona, me da que esa pérdida es minimizada. ¡Hay que ver cómo está Asensio!

    Ronaldo sabe que él no es un jugador más, ni siquiera uno más en este planeta. "Si no me llamara Cristiano Ronaldo, no estaría aquí sentado" declaró ante la jueza Mónica Gómez Ferrer hace unos días durante el interrogatorio que debió afrontar por supuesto fraude fiscal. El delantero portugués es un símbolo deportivo que a unos genera veneración y a otros rechazo, pero que en definitiva está siempre en el punto de mira por todo lo que haga. Por eso, un mal gesto de Ronaldo, o cualquier otra estrella del deporte, es algo más que cuando el origen se encuentra en otros.

    Lejos del atenuante está el probable error arbitral al considerar su caída como un intento de piscinazo. Es más, puretime hasta creo que el propio Ronaldo contribuye a ese fallo del colegiado cuando se ve en el suelo y alza los brazos con lo que se puede entender como un intento de reclamación de una pena máxima.

    De Burgos Bengoetxea, el árbitro del partido, se equivocó, no cabe duda; pero más se equivocó la estrella portuguesa. Primero erró con una celebración que era una clara provocación a la hinchada rival. No había necesidad de mostrar musculatura de esa manera. Los grandes del deporte no se enfrentan nunca a los aficionados. Aunque sean del bando rival, son la fuente de su existencia, le guste o no a Cristiano. En segundo lugar; se equivocó al reclamar algo en la acción del ‘no penalti'. Y por último, se equivocó en tomar la decisión del colegiado, como hizo ante la jueza Gómez, en algo personal. Por suerte, desde el siglo XVI Copérnico demostró claramente que todos giramos alrededor del Sol; que si no...

    El deporte debe exigir de sus máximas figuras un comportamiento tan exquisito como el reconocimiento que tienen de sus gestas. Esa exquisitez debe ir en proporción a su relevancia más allá del cuadrilátero donde se desarrolla su trabajo; y las estrellas deben aceptar que cuando son idolatrados, su responsabilidad también crece.