La era de Diego Martínez como entrenador de la UD Las Palmas ha comenzado con un extraordinario resultado, aunque con muchos matices futbolísticos que mejorar. Los amarillos volvieron a cantar una victoria 254 días después y ante el mismo rival (2-3). Fue un partido condicionado por el estado anímico de los dos equipos. Las Palmas tuvo la virtud de levantarse del primer contratiempo, para luego alzarse con el triunfo con los tantos de Álex Muñoz, Fabio Silva y Moleiro.

Cillessen fue protagonista estelar en el triunfo amarillo, con intervenciones importantes abortadas frente a su portal. Los tres puntos en las alforjas grancanarias hacen creer que la remontada en la clasificación es posible, empezando por borrar la triste historia de los últimos ocho meses.

Desde el inicio, el caos. El primer susto fue inmediato para la UD Las Palmas. Scott McKenna salió dormido al partido, perdiendo en defensa el primer balón. La jugada acabó con un chut alto de Hugo Duro y el escalofrío que cruzó entre todos los expedicionarios grancanarios. Habían transcurrido solo 15 segundos.

Las Palmas se había presentado en Mestalla con un manojo de nervios. Se pudo comprobar dos minutos después, con otra situación peligrosa involuntaria propiciada por una débil cesión a Cillessen de Álex Suárez. Estuvo a punto de interceptar el cuero Dani Gómez, pero el meta holandés abortó in extremis la jugada.

En un panorama así, el Valencia tardó 13 minutos en inaugurar el tanteador después de que Campaña cometiera un claro penalti por agarrón en el área. El 1-0 lo transformó Pepelu, después de que su lanzamiento a media altura estuviera a punto de ser rechazado por Cillessen. Un día más la norma de portería a cero la incumplía la UD Las Palmas.

Todavía pudo ponerse peor la situación. Cillessen salvó en dos ocasiones el 2-0 a remates de Dani Gómez y Pepelu. El primero, tras otro relax defensivo de McKenna. Y el segundo, con un chut desde la frontal.

La tormenta se estaba desatando en la zona defensiva amarilla, que hacía aguas por todos los costados. Essugo, en un gesto de amor propio, lanzó desde muy lejos en el primer detalle ofensivo real del equipo visitante. Habían transcurrido 25 minutos de una angustiosa sesión de juego que nada favorecía el debut de Martínez en el banquillo isleño.

Los nervios iban desapareciendo en el equipo grancanario, aunque sin llegar a dibujar el partido que pretendía. Y el Valencia tan impulsivo fue desapareciendo paulatinamente. El fútbol le hizo un guiño a Las Palmas antes del descanso, cuando logró igualar el tanteador tras superar las primeras nubes negras. Januzaj metió en un compromiso a Mamardashvili con un chut cruzado. El meta dejó suelto el balón y Álex Muñoz lo colocó en sus redes, levantando la esperanza amarilla con el 1-1.

El portero del Valencia fue protagonista de la primera jugada del segundo periodo. Respondió con una estirada a un durísimo disparo de Álex Muñoz, que buscaba el segundo acierto de la noche valenciana.

Las Palmas logró lo más difícil. Remontar en el marcador después de sacudirse todos sus nervios. Fue una jugada impregnada de astucia, porque Campaña se deslindó de los zagueros locales y Januzaj le envió un excelente servicio. Campaña vio a Fabio Silva en el otro carril, pasando el cuero para que el portugués certificara el 1-2.

Diego Martínez había encontrado en el partido los estímulos anímicos que reclamaba para sus jugadores. La reacción amarilla se había instalado en todo el escenario y más cuando el Valencia perdió a su cerebro, Pepelu, con una roja directa. Agredió a Kirian en un barullo y lo cazaron los colegiados.

El encuentro entonces estaba loco; el público local fuera de sí. Y en un minuto pudo pasar de todo. Porque Moleiro cometió un grave error cediendo un balón peligroso que arregló Cillessen en las botas de Javi Guerra. Y apenas unos segundos después, el tinerfeño certificó el 1-3 al rematar a la red un excelente servicio de su nuevo socio, McBurnie.

Las Palmas se vio con dos goles de ventaja y un jugador más para afrontar los últimos minutos de una noche que empezó desquiciada y acabó con locura de la linda. El gol de Tárrega llegó tarde, para el 2-3, aunque el Valencia apretó con todo pero no consiguió cambiar la alegría isleña. Y la ilusión de una permanencia que renace. Porque las victorias lo cambian todo.