No hubo sorpresa en el primer asalto de la final de la Eurocup. El Hapoel Tel Aviv hizo valer su extraño factor cancha -jugó en Bulgaria con gradas llenas de sus aficionados- y se embolsó la primera victoria en la lucha por el título continental (74-65). Este marcador se traduce en un imperativo triunfo del Gran Canaria en casa, este próximo viernes, para volverlo a intentar como visitante en el decisivo partido del miércoles 16 de abril.

Hapoel estuvo más sólido en el encuentro, especialmente cuando sacó tajada a la oleada del tercer cuarto en la que logró establecer rentas que resultaron insalvables para los amarillos. El partido fue intenso desde su comienzo, aunque Lakovic no encontró soluciones a la ausencia de Tobey cuando el pívot hebreo Motley rompió el marcador tras el descanso.

El Gran Canaria salió con determinación, anotando las primeras canastas del partido para tomar la delantera del partido. No parecía afectarle el gran ambiente en las gradas búlgaras, teñidas de rojo. Aunque en pocos minutos pudo comprobar un problema que pagó cara el Valencia en semifinales: El tiro exterior de Hapoel.

En el intercambio de los francotiradores salían ganando los hebreos, con la intimidación de un acertado Yan Madar. El Gran Canaria encontró a George Conditt en la zona cuando perdía 20-14. Dos mates buenas acciones interiores suyas hicieron reaccionar a los amarillos, superando el primer momento adverso de la tarde.

Los jugadores de Lakovic no se obsesionaron con el tiro exterior, pero sí su rival. Los hebreos extraviaron la precisión en el inicio del segundo cuarto, permitiendo al Gran Canaria rebotear y correr para remontar (22-25) otra vez.

Hapoel tardó 3,30 minutos para anotar su siguiente canasta, ya con jugadas más cercanas al aro visitante. Blakeney seguía como verso libre a su aire, lanzando varios tiros exteriores sin acierto y el Gran Canaria seguía enganchado al partido, rotando además a sus piezas para poder llegar a un final con frescura.

Al descanso llegó el Gran Canaria con 3 puntos por debajo de su rival. Su principal déficit eran los puntos del exterior, pero las soluciones internas y la más serena dirección permitía soportar a un Hapoel que no las tenía todas consigo pese a ir por delante 3 puntos.

La tercera de Tobey

El siguiente obstáculo para el equipo de Lakovic fue la comisión de la tercera falta personal de Mike Tobey y el crecimiento en la pintura de Motley. Hapoel se puso entonces a 9 puntos (47-38), con el obligado tiempo muerto para frenar la racha tras un parcial 8-2.

Sin Tobey en la pista, Motley anotó 12 puntos y añadió una asistencia a su cosecha en algo más de 4 minutos (53-40). Fue el momento bisagra del encuentro, porque ese tramo condenó definitivamente al Gran Canaria hasta el final.

A regañadientes, con más sacrificio defensivo que imaginación en ataque, el Gran Canaria rebajó de 13 a 10 la desventaja antes de afrontar los últimos 10 minutos. Tobey volvió a la pista en un momento muy difícil para su equipo con 12 peldaños por detrás en el electrónico.

Los dos equipos se atascaron en los 3 primeros minutos del tramo final, con un parcial 2-1 para los hebreos y errores hasta en la línea de tiros libres. Los colegiados pitaron instantes después una falta en ataque a Tobey, la cuarta, con 68-56. La situación se volvía dramática porque el tiempo se agotaba y Hapoel había vuelto a enganchar a sus tiradores, alcanzando una nueva máxima renta (71-56).

El partido quedó visto para sentencia muy pronto, aunque el Gran Canaria no quería rendirse. Al técnico Dimitris Itoudis no le gustó que sus jugadores admitieran un correcalles en ese tramo del primer encuentro, estando tan cerca el triunfo. Convocó un tiempo muerto a falta de 2 minutos para reclamar la tensión que había echado en falta. No le hacía falta tanto teatro.