Fotos: C. Torres

Jugadoras de distintas generaciones, amigas, cómplices de una vida en las canchas 40x20, dirigentes, aficionados … Dora Hernández recibió este sábado un cariñoso homenaje del balonmano grancanario. Fue un acto sencillo, cargado con más sinceridad que fanfarrias, con mensajes directos y muestras de afecto a una de las piezas legendarias del deporte en Gran Canaria.

Desde 1966 está Dora sumergida en el balonmano y su paso, primero como jugadora y más tarde en los banquillos, deja huellas imborrables. 

Así se lo hicieron ver en el pabellón Leoncio Castellano de Tamaraceite, icónico lugar porque el no menos mítico entrenador grancanario fue su primer mentor deportivo.

La jornada se desarrolló con un torneo amistoso de balonmano denominado Reencuentro de Mujeres Veteranas, con el auspicio de la Federación de Balonmano de Gran Canaria y la colaboración de la inquieta colegiada y vicepresidenta federativa insular, Nandi Espino. Y tras el evento llegaron los momentos emotivos de la mañana. Al coro de “Dora, Dora, Dora” se inició el acto de reconocimiento a una labor ininterrumpida durante casi seis décadas. 

Dora Hernández recibió presentes, distinciones, besos y abrazos de los presentes en Tamaraceite, con reconocimiento especial de manos de la presidenta de la Federación Insular, María del Pilar Henríquez.

Tras la exposición de un vídeo sobre su trayectoria deportiva, Nandi Espino leyó un mensaje en tono de agradecimiento. “Porque gracias a ti, niños y niñas de distintas etapas han descubierto el balonmano como deporte y como una pasión”.

Ángel Sabroso, ex colegiado internacional y actual viceconsejero de deportes del Gobierno de Canarias, fue llamado a intervenir. “Estoy aquí como aficionado del balonmano. Estuve 32 años dirigiendo en este deporte y ella siempre estuvo allí. Solo puedo decir que la grandeza de este deporte solo ha sido posible a personas como Dora Hernández”.

Le costó a Dora salir del laberinto de emociones en el que estaba inmersa. Y en su breve mensaje de gratitud fue capaz de asegurar a sus ‘hermanos de sangre’ que “estaré en el balonmano hasta que cuerpo aguante o hasta que el balonmano deje de existir”.

Porque nunca uno sabe cuándo llega su día de gloria.