UN AFICIONADO SINGULAR
Era ebanista de profesión, pero su vida giró en torno a la UD Las Palmas persiguiéndola por todo el país para animarla en tiempos del viejo Estadio Insular
Reposición del reportaje publicado en Tinta Amarilla, dedicado a Fernando González ‘El Bandera’ con motivo del décimo aniversario de su fallecimiento en 2003. Fue el inventor del ‘pío, pío’, como cántico de aliento identitario en los recintos deportivos de Gran Canaria. Como su nueva cerveza.
La gente de Naciente ha heredado ese carácter de hombre invencible, de moral imperturbable, al que no doblega el dolor o la adversidad. Antaño, cuando las cosas no pintaban bien para el equipillo, empezaba a sonar desde el Fondo de Fedora el ‘tararíííí' que ponía en marcha la maquinaria de animación de la Unión Deportiva Las Palmas. El personaje tras la corneta, con un característico poncho que muchas veces lucía bandera tricolor y bajo un sombrero de paja que le hacía figura singular en cualquier punto del país, era Fernando González González: Fernando El Bandera. Él es el creador del ‘pío-pío', el último aficionado que llevó hasta consecuencias límites su pasión por la Unión Deportiva. El Bandera falleció a los 70 años de edad el 19 de febrero de 2003 en silencio y discreción, nada que ver con una activa vida preñada de amarillo y azul y un balón que en la mayoría de las ocasiones fue díscolo con sus pasiones.
Fernando González era carpintero ebanista, hijo de Matías y Pilar. Él, natural de Linares (Jaén) y de profesión camarero de barco; ella de Telde. Seis hijos en sus vidas: cuatro hembras y dos varones. María Celia, María del Pilar, María del Carmen, Fernando, Araceli y Alberto. Lo caracterizaba unos profundos ojos azules, repartidos por toda la familia, que en su día cautivaron a la grancanaria María Rodríguez, convertida en esposa de El Bandera cuando ella tenía 23 años y él se desposaba a los 27. "Entonces yo no conocía esa pasión tan grande que este hombre tenía por el fútbol y más concretamente por la Unión Deportiva Las Palmas. Nunca me dijo nada antes de la boda, porque entre otras cosas a mí el deporte no me gusta. Y confieso que después de todos estos años no logró convencerme para ir al Estadio Insular y tampoco vi un partido por televisión. Eso era cosa suya", comenta con añoranza María, que recibe a Tinta Amarilla en su hogar de la capital grancanaria, acompañada por sus nietos Talía y Lionel Arteaga.
Así nació el 'pío-pío' ... en el Heliodoro
La figura de Fernando El Bandera permanecerá eterna no sólo en aquellos recuerdos en blanco y negro del Estadio Insular, sino porque ahora su ‘pío-pío' se ha convertido en la llamada a rebato característica de nuestros equipos, en especial también del CB Gran Canaria con su peculiar ‘Pío-pío Palace' de la Liga ACB. El origen de tan singular expresión se produjo en el Estadio Heliodoro Rodríguez López, con motivo de uno de los derbis coperos contra el CD Tenerife en los años ochenta. Lo rememora para Tinta Amarilla el hijo de El Bandera, Fernando: "Acompañaba a mi padre en algunos desplazamientos, especialmente los más cercanos. También acudía con él al Insular. Pero aquello del ‘pío-pío' se le ocurrió en un derbi. La afición del Tenerife identificaba con facilidad a mi padre y siempre le dirigían frases malsonantes e insultos. Yo tendría unos diez años cuando fuimos al Heliodoro. Aquel día nos llovían huevos desde uno de los edificios cercanos a la zona donde estábamos los aficionados grancanarios. Los lanzaban desde las ventanas y azoteas", precisa el hijo de El Bandera, "en dirección a uno de los fondos del estadio. Acabamos perdidos de tanto huevo (...) Nos decían de todo e insistían con lo de canarión acompañado de algún insulto. Y mi padre, de repente, se le ocurrió que cada vez que escuchaba la palabra canarión le contestaría con el ‘pío-pío'. Ellos decían y nosotros respondíamos con el 'pío-pío'. Fue así una y otra vez".
Y a raíz de entonces el ya tradicional aliento se fue importando en cada uno de los graderíos del Insular y, posteriormente, en los escenarios donde apareciera una camiseta amarilla de la UD Las Palmas. La voz ronca de Fernando El Bandera era la que comenzaba con tan sencillo estribillo, que caló profundamente en el recinto de juego del club grancanario.
Los viajes patrocinados
Fernando El Bandera conoció a varias generaciones de futbolistas profesionales de la UD Las Palmas. Llego a intimar con ellos porque fueron abundantes sus desplazamientos a la Península para los encuentros del club grancanario. "Para él", puntualiza María, "ese equipo era lo primero. A veces incluso antes que sus asuntos familiares. Me enfadé mucho el día de la boda de mi hija María del Carmen porque toda la familia se reunió para el acto y él estaba en la Península, con el equipo. No me acuerdo qué partido se trataba pero .... El fútbol tenía prioridad". Algo que nunca sospechó su esposa porque el fervor de El Bandera por la Unión Deportiva Las Palmas fue en aumento con el paso de los años. "Yo no sé de dónde sacaba tanto tiempo. Pero se las ingeniaba para ir a los partidos importantes. Él era ágil con los patrocinadores: los conseguía para financiar los viajes. Nunca faltó dinero en casa por esta causa", apunta su esposa.
Le dio tiempo a Fernando González a acudir a dos Campeonatos del Mundo de fútbol: a España 1982 y a México 1986, siguiendo a la Roja. "Tenía buena relación con Manolo El del Bombo", puntualiza Fernando hijo que además nos descubre los otros colores futbolísticos de El Bandera. "Mi padre sólo tenía un equipo, que era la Unión Deportiva Las Palmas. Pero sentía simpatía por los clubes vascos, entonces la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao. Cuando había un desplazamiento para jugar con aquellos equipos, él se apuntaba. Porque además tenía muchos amigos en aquella zona del país, que se desvivían al verle".
A un hombre tan amante del fútbol su familia curiosamente no le conoce un pasado deportivo, pero "creo recordar", añade el hijo, "que después de trabajar en Marruecos en su juventud fichó por un equipo local con denominación Atlético. Tocaba bien el balón por lo que creo que sí fue futbolista en alguna etapa".
El destornillador milagroso
José Manuel León Talavera, ex jugador y técnico de la UD Las Palmas, recuerda sobre El Bandera que "ya era muy popular en nuestra época entre los jugadores. Nos daba una alegría verle en los hoteles antes de los partidos, cuando aparecía para darnos ánimos". Germán Dévora apunta que "le vi en muchísimos estadios; perdíamos la cuenta de cuántas veces nos acompañaba Fernando. Además, llegó a trabajar en una carpintería de la Calle Viriato por lo que también era un personaje popular en la zona de Guanarteme", donde reside El Maestro.
León rescata un célebre destornillador que siempre iba en la maleta de viaje del fiel seguidor. "Es una anécdota graciosa. Él venía acompañado por varios aficionados, muchas veces distintos, y alquilaban un coche. Cogían el vehículo y, pasados unos kilómetros del aeropuerto, Fernando ‘arreglaba' el cuentakilómetros con el destornillador. Porque en aquella época penalizaba el alquiler en función de los kilómetros recorridos. Cuando regresaban después de varios días en la Península, yendo de acá para allá, entregaban el coche con unos cincuenta kilómetros recorridos y el cuentakilómetros funcionando de nuevo. Un truco de listos". María Rodríguez matiza que su marido "nunca se sacó el carnet de conducir, por lo que el coche lo llevaría siempre otro conductor. Era conocido un vecino, Justo, como habitual acompañante de Fernando".
La final de Copa de 1978
El Bandera tuvo una participación especial en el gran ambiente de la final de Copa de 1978, cuando unos veinte mil canarios animaron a la UD Las Palmas en el Estadio Bernabéu frente al FC Barcelona. Éste ha sido el desplazamiento masivo de hinchas más importante en la historia del deporte isleño. Fernando lideró parte de aquel movimiento, recorriendo con sus símbolos las calles de Madrid delante de una riada de canarios que seguían el son de la Banda de Agaete, desde Gran Vía hasta la Plaza Mayor, conquistada aquel día por la marea amarilla y azul. "No sabemos dónde ensayó mi padre con la corneta antes de llevarla al Estadio. Había que tener pulmones; a veces le faltaba el aire de tantas veces que animaba al equipo", añade Fernando hijo. Tenía alma de líder y en aquel momento cumbre del fútbol canario lo demostró a pesar de la derrota 3-1 frente al FC Barcelona, donde no se dejó de escuchar el aliento a los amarillos en el estadio de la capital.
Tres días de angustia en las cuevas del Pim-Pam
Al margen del fútbol, Fernando El Bandera y su familia fueron portada de los periódicos locales en el mes de agosto de 1987. "Fueron tres días angustiosos", revive María. El pequeño hijo Alberto y un grupo de cuatro amigos profundizaron en las entrañas de las Cuevas del Pim Pam, cercanas al Castillo de Mata. "Los niños compraron unas velas y agua en la tienda del barrio (El Polvorín) y entraron en la cueva en la tarde del sábado. Se perdieron allí al quedarse sin velas y no les localizaron hasta la madrugada del lunes al martes. La alegría al encontrarles fue inmensa. No hubo reproches". Aquel suceso conmocionó a toda la población grancanaria y el éxito del equipo de rescate alivió las difíciles horas que vivió el Barrio de El Polvorín, donde los González Rodríguez residieron durante tres décadas.
La familia se siente orgullosa de que el ‘pío-pío' haya germinado, pasando de unas generaciones a otras de aficionados grancanarios. "Es el legado de mi abuelo". Lionel, aficionado de la UD Las Palmas, cuenta con gracia que un día en la taquilla del Estadio de Gran Canaria uno de los operarios le dijo que no sabía quién era Fernando El Bandera. "Y yo le dije: ¿pero qué haces trabajando para la Unión Deportiva?. Eso hay que saberlo".
Fernando El Bandera vivió sus últimos meses ajeno al fútbol, antes de fallecer en Taliarte el 19 de febrero de 2003, a los 70 años de edad. El último éxito de la UD Las Palmas que disfrutó fue el del ascenso de Pacuco Rosales, en 1996, porque en 2000, con Kresic, las secuelas de su azúcar le impedían ir al fútbol a empujar al equipillo. El Estadio de Gran Canaria no lo conoció, pero él -de alguna forma- vive en cada ‘pío-pío' que brota en su grada.
"Nos presentamos en un baile, en la Sociedad Nuevo Club de Schamman", habla María. "Un año después nos casamos. Me dijo entonces que había tenido 23 novias; yo era la 24 y última en su camino".
La ‘otra', sin duda, era la Unión Deportiva.
La bufanda de los viajes
Los nietos de Fernando El Bandera, Lionel y Talía Arteaga, muestran la bufanda del abuelo, que conservan en el hogar de la familia. Recientemente Lionel la llevó al Estadio de Gran Canaria, para un partido de la vigente temporada de la UD Las Palmas