Julia Martel conquistó una luna con un silbato
Manuel Borrego
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28/12/2024
Julia Martel muestra uno de los reportajes de 1981 cuando fue considerada la primera mujer colegiada arbrital de España (C. Torres)

* Se considera la primera mujer en arbitrar partidos de fútbol en España, iniciándose con 28 años y cuando ya era madre de tres hijos

Fotos: C. Torres/ Archivo personal

 

Julia Martel Martín ya era madre de tres hijos cuando a los 28 años de edad recibió una recomendación médica como respuesta a una dolencia personal: “Tienes que hacer algún deporte”, le dijeron. Antes de ese día no había practicado actividad física alguna y “el fútbol me era indiferente, no le prestaba atención. Al deporte no lo tenía en cuenta en mi vida”, confiesa a Tinta Amarilla. Entonces, mientras meditaba qué hacer para pautar su vida en función de ese consejo médico, recordó Julia que en su edificio Virgen del Pino, en la capital grancanaria, había leído que se abría un plazo de inscripción para formación de colegiados de balompié. Casi por inercia decidió entrar en esa jungla, porque “quedaba cerca de casa” y en el fondo “tengo una fuerte personalidad y soy emprendedora. Y de alguna forma, me sentía también con capacidad para ser jueza de un deporte”.

 

Martel (La Solana, Telde, 1951) iba a dar un giro completo a su vida en aquel momento. Sabía que los lunes por la tarde en el local de la Avenida de Escaleritas entraban muchos varones, colegiados que depositaban en la sede arbitral las actas de los partidos del fin de semana. “Pero no sabía nada más sobre aquel mundo hasta que vi el cartel del inicio de los cursillos”. Esa iniciativa suya sorprendió al grueso de los miembros del colectivo, porque se trataba de la primera mujer que ejercía como pionera en ese mundo tan delicado cargado de decisiones, presión, insultos y hasta agresiones … “Pero yo no tenía ningún temor”, comenta la protagonista de esta historia, miembro indudable de nuestro club de ‘mujeres increíbles de Canarias’.

 

 

A Julia la miraron desde el día que llevó los papeles como raro espécimen incorporándose a un mundo desconocido para ellas. Sin embargo, “recibí desde el primer momento el apoyo incondicional del presidente Juan Martín Sosa; un canarión alto, humilde y de bien. Él aceptó mi solicitud, realicé el cursillo y lo aprobé. Fue una gran satisfacción personal y una noticia que entonces, en 1980, recorrió las primeras páginas de los periódicos”.

 

Julia se había convertido, de alguna manera, en la Angie Dickinson -protagonista de la serie sobre la primera mujer policía- del balompié canario. “Vinieron a verme periodistas desde la Península. Me hicieron entrevistas porque fui la primera mujer árbitro de España, como así está documentado. Eso me creó enemigos de inmediato, pero también reconozco que hubo mucha gente que me ayudó. Recuerdo también el apoyo de mis compañeros en el colegio como Blas Herrera o Ibrahim”. Y más tarde “también me sentí apoyada por Esteban Hernández Galván cuando accedió a la presidencia de los árbitros. Tenía que vencer todos los obstáculos y perjuicios que aparecieron”.

 

 

Quería emular a Merino o a Guruceta

 

Dijo en 1980 en sus primeras declaraciones a José Hernández, para La Provincia, que se había propuesto “llegar a ser como José Merino o Emilio Guruceta”, entonces árbitros de la máxima categoría nacional y referentes de sus respectivos colegios. Para Julia Martel también estaba cambiando su percepción sobre el deporte, porque “una vez ingresé como árbitro, sentí que tenía que afrontar esa responsabilidad y debía hacerlo con todas las consecuencias. Entonces sí me interesé por el fútbol y el arbitraje, tanto en el campo como en la formación, acabó siendo una pasión en vida”.

 

“Intentaron rechazarme una vez aprobada mi incorporación al colectivo, porque era la única mujer”. No había perspectiva de nuevas compañeras. “Pero eso me hizo tener más determinación todavía. Porque todo lo que había logrado fue a base de esfuerzo, de no rendirme”, puntualiza.  La prueba de fuego de Julia Martel tuvo lugar en un campo de tierra en Valsequillo, entre dos conjuntos de fútbol veterano “cuyos nombres ya no recuerdo. Hasta allí fue toda la junta directiva del colegio arbitral para comprobar cómo me desenvolvía. Y algunos tuvieron que claudicar al verme en un campo de juego”.

 

 

“Resultaba incómoda por mis informes anexos”

 

Una mujer acudía también entonces los lunes a la sede del edificio Virgen del Pino para entregar sus actas. Pero “reconozco que fui una colegiada incómoda para muchos políticos. Porque no solo me dedicaba a dar los datos del partido. Enviaba también un informe anexo al acta sobre el estado lamentable de algunos campos de juego, de los vestuarios, de la limpieza o suciedad, en los que se ejercitaban los deportistas. Y eso sé que molestaba”. Recuerda así el túnel-cueva de los campos de La Feria donde el popular Juaneco organizaba todo el entramado de partidos que allí se celebraban. “No era el lugar idóneo, porque no había donde sentarse, no había aseos y a veces corría un río pequeño de agua fecal. Todo ese tipo de cosas yo las denunciaba”.

 

En Telde, su municipio natal, encontró el respaldo del concejal José Antonio Medina. “Las observaciones que yo enviaba al colegio de árbitros también se las remitía al Ayuntamiento de Telde. Y he de reconocer que él hacía caso y reparaba todo aquello que no estaba correcto en las instalaciones. En ese sentido aprecié que mi labor no caía en saco roto, aunque pudiera molestar”.

 

 

“Pité embarazada de cinco meses”

 

La osada Julia Martel descubre que “una vez fui a pitar un encuentro a Tenerife cuando ya estaba embarazada de cinco meses. No se notaba. Sé que era un riesgo, aunque controlado porque se trataba de un partido de categoría inferior. Pero ya entonces sentí que toda la responsabilidad que había adquirido no la podía eludir”.

 

Su techo deportivo fue la Tercera División, en el grupo de Canarias, luego de haber superado durante algunas temporadas los típicos improperios o situaciones de tensión en los encuentros. “Recuerdo que aquel día en mi primer partido de Tercera, en el campo de Los Cuartos, dirigí un Orotava-Marino de fuerte rivalidad. El partido estaba tenso. En un momento, uno de los jugadores se acercó hacia a mí con ánimo de descargar su enfado, estaba agresivo. Recuerdo hasta su nombre. En vez de huir me dirigí hacia él y le pregunté: ¿Qué, vas a pegarme?. Eso lo desarmó por completo y se retiró del lugar. En realidad, pese a todo lo que viví, nunca llegaron a agredirme en un campo de juego, aunque sí intentaron tocarme la moral. No lo consiguieron porque todo lo hice por ilusión”.

 

 

Desde 1980 a 2006

 

“Ahora que miro lo que he hice atrás con la perspectiva del tiempo, reconozco que tuve coraje para arbitrar en aquella época”, añade. “No puedo repetir las palabras que me han dirigido, porque fueron algunas muy fuertes. Las de padres y madres fueron las peores, aunque nunca afectaron a mi ilusión como árbitro de fútbol. Ejercí en este gremio desde 1980 hasta 2006 en funciones de colegiada, informadora o más tarde cuando pusimos en marcha en Telde un centro de formación arbitral en La Garita del que salió medio centenar de árbitros. Entre ellos, mis hijos Daniel y Chaxiraxi”. Fue Julia Martel también vocal de la Federación Territorial de Fútbol, en otra etapa como pionera en solitario. Y por esos años de labor contra el viento ha recibido una colección de reconocimientos personales.

 

“Por supuesto que conozco a Marta Huerta de Aza -primera colegiada nacional que ha dirigido en la Liga Profesional-. Necesitamos más como ella y que la mujer tenga esa posibilidad de dirigir también en los estamentos. Que no solo sea un hecho aislado”. Es el consejo de una pionera que a día de hoy puede contar su historia para que la recuerden sus seis hijos, cinco nietos y una bisnieta que ya hace sus pinitos. “El silbato que me entregó el Comité Nacional de Árbitros en mi retirada es la pequeña quien lo utiliza en sus juegos”. Quizá, otro comienzo.

 

Sin éxito en su intento como entrenadora

 

No fue el arbitraje su único intento en el deporte. Julia Martel se inscribió también en un curso para entrenadores de fútbol. Pero “me denegaron la solicitud por ser mujer. Esa batalla no la gané” (…) “Alguien pronosticó una vez en una revista que yo me había incorporado al arbitraje para destrozar el fútbol. Así, tal cual lo escribió. Y ya ven, cuarenta años después algo sí cambió. Pero para hacer el bien”.

 

 

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