OPINIÓN
Detrás del deportista de élite hay una persona. Y a su alrededor, las circunstancias. Sienten, padecen, disfrutan, escuchan o callan. Ocurre especialmente en el difícil escenario donde se encuentra la UD Las Palmas. Ahora parte de la crítica se fija en Sandro Ramírez en un momento espinoso para el equipo y para sus protagonistas.
Es el mismo Sandro que durante la temporada ha ido contribuyendo con sus goles (8) o asistencias (3) a que la UD Las Palmas alcance el tramo final de la competición con 25 puntos y aún opciones reconocibles para lograr la permanencia. Cada pieza del engranaje ha aportado lo suyo, aunque no es precisamente Sandro una de las que podrían estar en el lado deficitario de la balanza. Antes, al contrario.
Recordamos que cuando comenzó el campeonato, Sandro estaba serio en el banquillo porque no había logrado convencer a Luis Carrión para la titularidad. Aquel semblante descubría su procesión personal, que supo traducir más tarde en celebraciones de goles y hasta 20 presencias en la foto oficial de los encuentros de la presente Liga.

Quiere todo ello decir que la huella del delantero grancanario no se ha borrado de la noche a la mañana, ni su esfuerzo desmerece lo realizado. El enfado de una parte de la afición se dirige a él, aunque imaginamos que es la proyección del disgusto general por la situación del equipo. La UD Las Palmas no está en posición de descenso a 10 partidos del final por casualidad o por causa de Sandro, de eso no hay dudas. Ni tampoco el enojo del aficionado debe ser caprichoso.
El parón de la Liga le va a venir bien a todos, empezando por el propio jugador que ha de encontrar con sus compañeros la mejor versión del vigente campeonato. Aunque, por la experiencia que ya tiene acumulada, sí se le puede reclamar a Sandro que aparque el enojo y que muestre galones del jugador diferencial que es.
No está la UD Las Palmas ahora para reproches o un descosido más. Está para que todo lo relacionado con el compromiso se una en una sola dirección; para cubrir las espaldas y para apretar dientes porque hay mucho en juego. Y está para que futbolistas como Sandro muestren galones en el campo, con el talento futbolístico tan reconocible en su caso.
Y si el enfado es la antesala de la reacción, pues bienvenido. Que 10 partidos es una vida en Primera División.