EFEMÉRIDE
Costo 97.000 euros y se convirtió meses después en el primer recinto deportivo con techo de la capital
Este martes 1 de octubre viajamos en el tiempo. Fue la fecha elegida hace cinco décadas por el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria para comenzar las obras del que iba a convertirse en el primer pabellón cubierto de la capital.
El cambio del plan urbanístico hizo que la Plaza Obispo Frías, en el corazón de Escaleritas, fuera la ubicación del que en principio iba a ser denominado Pabellón Municipal de Deportes y más tarde conocido popularmente como Polideportivo Obispo Frías.
El 1 de octubre de 1974, hace ahora 50 años, la maquinaria comenzó la demolición del parque que estaba rodeado por una zona residencial. De los 5.256 metros cuadrados de su superficie se iba a conservar más de 3.000 como zona verde. En el resto de la parcela se edificaría el recinto deportivo que fue financiado al 50% por el Ayuntamiento de la capital y por la Dirección Nacional de Educación Física y Deportes.
La ejecución del proyecto costó algo más de 16 millones de las antiguas pesetas (97.000 euros) y se evaluó un tiempo de construcción de 8 meses a través de la empresa Decobra SL. Su arquitecto fue César Muñoz, ejerciendo como aparejadores Félix Gilmartín y Guillermo Wyttembach. Un segundo proyecto estaba también en proceso con la construcción del Centro Municipal de Deportes, en la cercana calle J.M. Blandy (más tarde Gimnasio Municipal de Escaleritas).
El Pabellón de Obispo Frías iba a resolver un debate que había en la ciudad y que se prolongó durante décadas. Los deportes de sala requerían una instalación cubierta, como en tiempos había ocurrido con el Frontón Dania (León y Castillo).
La obra de Escaleritas terminó en plazos y fue inaugurada el 5 de septiembre de 1975 con la celebración de un torneo de balonmano en el que participaron el Canteras UD, el Tres de Mayo y el Texaco Canarias.
La instalación municipal ofrecía, además de cubierta y dotaciones internas propias, la novedad del parqué, el marcador electrónico y la posibilidad de disfrutar de una pista polideportiva para todos los deportes de sala de la época. A estos eventos se añadió la gimnasia porque hasta allí también se trasladó el ya prestigioso Festival Internacional Blume.
Tenía capacidad para 210 personas sentadas y otras 300 de pie en la grada única que aún existe. Pero, dado el elevado nivel de equipos y deportistas, el pabellón quedó de inmediato insuficiente para la demanda social de la época.
50 años después, la instalación sigue dando un servicio a la ciudad ahora con el nombre de Pabellón Félix Santana Santana.