Lleva cuatro décadas en la UD Las Palmas como jugador y más tarde instructor de los jóvenes talentos de la fábrica amarilla
Detrás de cada pase de Juan Carlos Valerón está la mano de Manolo Marrero (Las Palmas de Gran Canaria, 5 de abril de 1955). Detrás de cada gol de Rubén Castro u Orlando Suárez, de cada carrera y centro de Manuel Pablo, de cada falta botada por Jorge, de los marcajes de Ángel López ... Porque Marrero lleva casi cuatro décadas metido en la piel de la UD Las Palmas: como jugador hasta que se retiró en 1984; como técnico forjador de nuevos valores desde entonces y hasta la fecha. Conoce cada esquina de Barranco Seco, de la Ballena, Las Coloradas o ahora el anexo; ha visto crecer y ha ayudado a tantos futbolistas que prácticamente es un padre deportivo para muchos de los componentes de la UD Las Palmas de las dos últimas décadas. Y tiene, pasados estos años, su propia filosofía del éxito: "El fútbol es un lenguaje de signos que cada jugador debe saber interpretar en el campo: cuándo se produce el desmarque, cuándo el disparo o cuándo el despeje. Y ha de hacerlo de manera colectiva con sus compañeros. Eso sólo se consigue trabajando y repitiendo los entrenamientos una y otra vez. Y yo prefiero hacerlo todo con el balón", subraya. "El éxito de una buena formación futbolística radica en que el jugador se relacione con el balón para todo lo que se va a desarrollar en su aprendizaje". Una filosofía sencilla, pero eficiente que reconoce "no está inspirada en ningún libro de texto".
Tantos años como escultor de futbolistas otorgan a Manolo Marrero un papel primordial en la estructura de filiales de la UD Las Palmas. Ahora interviene para realizar entrenamientos específicos semanales con todos los equipos del club, desde la categoría benjamín hasta la escuadra de división de honor juvenil: "El 90 por ciento de mis ejercicios son con balón. Porque yo le digo a mis jugadores que el fútbol se desarrolla con las piernas pero se juega con la cabeza. En este club se genera talento en abundancia. Nuestro objetivo es preparar jugadores para el primer equipo y evitar que se roboticen, que es una tendencia habitual en el juego actual. El mensaje es: las posiciones teóricas de los futbolistas son de partida, pero cuando empieza el encuentro se tienen que preguntar dónde están y qué tienen que hacer".
"DE INMEDIATO ME DÍ CUENTA QUE VALERÓN ERA UN ESPECTÁCULO"
No sigue una hoja de ruta predefinida Marrero. Se siente algo autodidacta porque sus métodos han sido partícipe del desarrollo de excelentes productos de la fábrica amarilla. No oculta Marrero, sin embargo, la admiración por algunos de los futbolistas a los que adiestró: "Han sido muchos pero lógicamente unos han destacados más que otros. Desde que vi tocar el balón a Juan Carlos Valerón, con aquellas piernas tan delgadas, me di cuenta que era un espectáculo. No puedo olvidarme de futbolistas como Orlando Suárez, que ya hacía diabluras desde benjamín, del orden y seriedad de Manuel Pablo o Ángel López, del guante que tiene en la pierna izquierda Momo, de la astucia de Rubén Castro, Jorge y su disciplina, la calidad innata de Nauzet Alemán, Carmelo González, ... Me olvidaré en estos momentos de muchos porque muchos han sido los jugadores a los que he tenido el placer de dirigirles. No nos engañemos: para triunfar en el fútbol hay que poseer un talento. Nosotros sólo ayudamos a pulirlo. A Socorro", añade, "me lo entregaron nada más llegar de Caracas. Se veía que estaba bien formado y que tenía cualidades".
Marrero ha sido uno de los que más han abogado por la Ciudad Deportiva del club. Espera con optimismo el desenlace de las negociaciones de Pío XII con el Instituto Insular de Deportes, para la reorganización de Siete Palmas, aunque considera que "el proyecto que siempre hubo en Barranco Seco y que no se llevó a cabo era perfecto. Don Manuel Betancort -dirigente de filiales en los años ochenta y comienzos de los noventa- es el padre de todo este entramado. En algunas cosas, la estructura de la UD Las Palmas fue pionera y luego imitada por otros clubes".
Tan ligado está a este trabajo formativo que ahora su propio hijo Héctor es ya componente del filial en etapa juvenil y presentado incluso en el equipo de Tercera División, con Víctor Afonso.
"FUI DEFENSA POR HACER UN BUEN MARCAJE A PEPE JUAN"
Fue antes aprendiz que sastre. La historia deportiva de Manolo Marrero comenzó en una portería de balonmano. "También practicaba atletismo pero, al pasar al fútbol, con el Racing ya era centrocampista e, incluso, jugaba también como delantero. Fui el primer jugador del Racing que fichó por la UD Las Palmas; un honor". Pero un jugador tan disciplinado en el terreno de juego podría tener algún otro cometido de responsabilidad. Recuerda que en uno de esos partidos de Regionales de los años setenta, que llenaban la tribuna del Estadio Insular, le encomendaron realizar el marcaje a la estrella del Artesano: Pepe Juan Suárez. "No le dejé tocar el balón; simplemente me anticipaba. Yo no era defensa entonces pero ese partido me salió tan redondo que, aburrido, cambiaron a Pepe Juan en la segunda parte. Y ganamos 3-1 al Artesano".
Dos años en el equipo filial le sirvieron para que, por fin, Roque Olsen le subiera al conjunto profesional que tenía una plantilla en 1976 de grandes prestaciones deportivas, en plena transición del paso de los 'diablillos amarillos' a la etapa argentina. "Incluso fui convocado para la selección universitaria que jugó el Mundial en Uruguay (foto de la izquierda, en el Estadio Centenario de Montevideo). Allí coincidí con Pla (Mallorca), Abad (Español), Iriguíbel (Osasuna), Salazar (Rayo), ... a las órdenes de Pedro Eguiluz. En Punta del Este superamos la primera fase ante Irán, Bélgica y Paraguay. En semifinales perdimos en la tanda de penalties con Holanda. Fue curioso: nosotros marcamos el gol en el último minuto de la prórroga y Holanda empató de inmediato en la última jugada, porque nuestro portero se había lesionado. En la tanda de penalties nos superaron".
Compartió vestuario con notables jugadores amarillos: "Creo que Germán impresionaba al resto. Era muy superior a Brindisi en todas las facetas del juego. Su calidad no se alteró con el pasado de los años; incluso compartí con él equipo también en categoría de veteranos y hacía cosas increíbles. Protegía el balón como nadie y lo distribuía con una facilidad asombrosa, en el sitio que quería".
"HUGO SÁNCHEZ SIEMPRE ESTABA TRAMANDO ALGO"
"Mi misión en el equipo era la de realizar los marcajes. Estoy especialmente orgulloso de algunos. Al portugués Alves, del Salamanca, no le dejé tocar un balón en el Helmántico, bajo cero. El delantero más listo ha sido Hugo Sánchez; no te podías despistar un segundo porque siempre estaba tramando algo". Otros jugadores destacados a los que vigiló fueron Juanito Gómez "combinaba la habilidad y la rapidez de manera asombrosa", Krankl, Enzo Ferrero "que era agotador por su movilidad", Bertoni, Scotta, ... "Pero especialmente recuerdo un partido muy complicado que ganamos en Valencia 1-2. Aquel día el Valencia nos sacó la tripleta Kempes-Rep-Diarte. A mí me tocó el argentino Kempes, al que pude controlar. Diarte se llevó la peor parte: Roque, contundente, no le dio respiro. Defensivamente hicimos un gran encuentro ante uno de las mejores delanteras de la Liga".
No hizo fortuna en el balompié profesional Marrero. "Pero tuve una oportunidad que desestimé. Las Palmas me cedió al Levante (foto de la derecha) en mi época militar. Al regresar al equipo, me llamó José Antonio Naya para ofrecerme un contrato que en aquel era momento fabuloso. El Levante estaba en Tercera pero tenía mucho dinero. Me propuso tres millones y medio de pesetas de ficha, más sueldo e incentivos. Lo rechacé porque quería jugar en Primera con mi equipo: Las Palmas. Dije que 'no' a aquella oferta y me quedé con un salario de 900.000 pesetas, cantidad con la que me compré mi primera casa. Costaba un millón doscientas mil pesetas. No pensaba en el dinero", continúa, "sólo quería disfrutar del deporte en el club con el que me sentía unido. No me arrepiento. De hecho, de alguna manera, todavía sigo igual que entonces".
La placa que el Racing entregó a Manolo Marrero
La afirmación de Manolo Marrero de haber sido considerado como el primer jugador del Racing que militó en la UD Las Palmas está sustentada en un homenaje que la propia directiva de la época del club isletero le brindó.
Consistió en la entrega de una placa (foto a la izquierda) en la que se realizaba este reconocimiento.
Como afirma nuestra amable lector Manuel Luis Rodríguez, Juan López Ramos 'Currucale' también brotó de ese mismo club antes de pasar por el Unión Atlético, de acuerdo con la propia documentación que nos confirma la UD Las Palmas. El motivo del por qué la directiva del Racing designó a Manolo Marrero como primer jugador emanado desde aquel club no es conocido pero, en cualquier caso, así fue como se documentó en aquel momento.