Miguel Hernández El Majorero: cuando el héroe es un juvenil
18/12/2011

Camina para algo grande al convertirse en un referente del Adargoma tras superar una lesión de ligamentos y otra de menisco

Miguel Hernández El Majorero (16 de diciembre de 1992, Puerto del Rosario) va para algo grande. Agota su última temporada con la condición de juvenil. No le hace ya falta salvo para ponerse el mono de trabajo desde primera hora. Cuando los aficionados llegaban al terrero de Los Molinillos encontraron al joven luchador con el chandal puesto esperando a saber si tenía que salir al escenario en la luchada telonera de su categoría. No fue necesario. Tenía entonces una mirada relajada, pero atento estaba a cuanto acontecía a su alrededor. Sus compañeros de club idolatran a un deportista sencillo que no se altera ante las pasiones que transitan en la periferia: las que animan o las que tratan de extraer la duda en las profundidades de su carácter. "No pienso en otra cosa que en luchar; no me interesa el resto ni me afecta", puntualizó tras una hora en la caldera de Los Molinillos.

Algún rival del Maninidra le tiraba besos desde el otro lado del terrero, con miradas desafiantes incluídas. Cualquier trama para hacerle perder la concentración fue imposible. Miguel Hernández vivía su gran noche: "Sí, creo que ha sido mi mejor luchada con el Adargoma senior", afirma tras repasar que esta misma temporada ha enviado al piso a otros dos destacados rivales, como son los casos de David Martel y Ángel Suárez. Este sábado le tocó el turno a una de las sensaciones de la competición, como es el Pollo de La Candelaria, un afinado deportista que aceptó con hidalguía su derrota. Sus parámetros sí correspondieron a los que tradicionalmente rigen nuestro deporte vernáculo.

Para llegar hasta aquí, El Majorero ha pasado un auténtico calvario personal. La pasada temporada luchó muchos meses con una grave lesión de rodilla. Arrastraba su pierna derecha para no forzarla más de lo que debía; en realidad, una temeridad porque en el terrero su cojera era evidente y también las limitaciones luchísticas. Pasó dos veces por el quirófano para reparar los ligamentos (siete meses) y posteriormente el menisco (un mes más). Ahora es otro, un hombre al ciento por ciento que un día después de haber cumplido los 19 años dejaba fuera de combate al teórico conjunto a batir de la división de los estilistas de la lucha canaria.

José Pérez, el mandador contrincante, trató de hacerle la noche con un hombre montaña, luego le envió varios arietes y más tarde al mejor de sus piezas. Pero Hernández dejó a todos en el camino, uno a uno hasta seis. Estaba para tirar a los doce, si hubiera hecho falta. Sólamente el Pollo de la Candelaria logró darle una lucha, pero tras las recomendaciones de Javi Monzón, llegó su remontada. Y también la explosión de sus propios compañeros y aficionados, que acabaron aclamando a la nueva figura del histórico Adargoma. Javier Ramírez, instructor de la escuela del club que le ha seguido todos sus pasos, saboreaba como nadie este nuevo éxito encadenado en la estructura adargomista.

Miguel Hernández, el número doce de la alineación, es el primer referente de un equipo que tiene un destacado B (Efrén Medina) y dos C (Beneharo Hernández y Nauzet Rodríguez). En las tres primeras jornadas de la temporada no participó el juvenil porque aún se recuperaba de su lesión; en la remonada del equipo sin embargo está su firma, que no es la única pero este sábado fue la que más iluminó. Lo mejor de Hernández está por llegar porque hay en él madera de gran deportista. Coronó su noche con el mismo rostro con el que había empezado en el encuentro juvenil; no se alteró a pesar de que despertó todo tipo de emociones entre los suyos, que tenían ganas de sumar una victoria en Ingenio; y las adversas en las filas del Maninidra. Sereno, sin dejarse abrumar por los elogios, los dosifica con sabiduría de cuarentón: una sonrisa, un "muchas gracias" y "a ver qué hacemos la próxima jornada".

Así es Miguel Hernández, la esperanza del Adargoma y la ilusión grancanaria en el Pancho Camurria -si se celebra-.

Manuel Borrego

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