Sucedió en apenas tres segundos. Gomerito, rápido y silencioso, practicó un ataque certero a través de una técnica tradicional. Catire no tuvo tiempo para impedir la perfecta ejecución de su oponente. Le felicitó y se apartó para meditar en solitario qué había pasado. Nunca se acaba de conocer a un adversario y menos si vuela sobre la arena. El triunfo del Sardina pasó por este cruce entre luchadores tinerfeños.
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