El entrenador de los campeones de España de 1992 considera que el club amarillo no correspondió al éxito que ayudó a su conversión en sociedad anónima
A Ramón Medina le cambia la mirada cuando habla de la generación de 1992, la que bajo su mando (junto al seleccionador de la Federación interinsular Yoyo de la Torre) consiguió el tercer y último título nacional juvenil de selecciones territoriales. "Fue, además, la última vez que se disputó esta competición bajo el formato de selecciones territoriales, porque a raíz de entonces la competición se organiza a nivel de clubes", hasta la actualidad. Medina rememora para Tinta Amarilla.es con frescura aquellos días de gloria, que acabó con la congregación de una multitud en La Playa de Las Canteras para realizarle "un recibimiento con todos los honores a nuestros jugadores. Los chiquillos fueron extraordinarios en la competición y nuestra gente lo vivió con mucha intensidad. Sin embargo", apunta con certeza, "con el tiempo me he quedado con una sensación amarga. Porque la historia no hizo justicia y la UD Las Palmas tiene una deuda con esta generación", la de la quinta de Toni Robaina.
"Tuvimos que fusionar dos conceptos: la calidad y la pelea"
No fue un paseo militar el de la selección de 1992 hacia la conquista del título juvenil. "En la primera fase jugamos con Baleares, que nos ganó en casa. Y en aquel momento nos dimos cuenta que teníamos mucha calidad pero nos faltaba algo. Teníamos en el equipo gente con la idea tradicional del fútbol canario, pero había que fusionar dos conceptos: la calidad y la pelea. Y eso lo pudimos conseguir con futbolistas defensivos contundentes como lo eran Suso, Ulises, Luiso y Sergio. David Martín ofrecía mucha calidad y organización a nuestro juego; en aquel momento entendíamos que era uno de los mejores jugadores que habíamos visto y esperábamos que llegase mucho más lejos en el fútbol. No ocurrió en su caso y en algunos otros del mismo equipo".
La conjunción de la técnica y la fuerza convirtió a la selección de Las Palmas en un firme candidato al título, aunque pasó otros momentos apurados más tarde. "El gol de Robaina, en Valencia, nos metió en semifinales tras otra dura segunda fase. Faltaban pocos minutos y teníamos la obligación de ganar. Y, luego en Hernani contra Guipúzcoa, lo pasamos muy mal porque aquel campo estaba anegado. Y aunque teníamos ventaja, nos costó cerrar el pase a la final gracias a un gol de Emilio, tras contragolpe lanzado por David Martín".
LAS LLAMADAS DEL PRESIDENTE SICILIA
El responsable técnico de aquella selección de 1992 recuerda que "Luis Sicilia, que era presidente de la UD Las Palmas, nos llamaba con cierta regularidad para recordarnos lo importantes que eran las victorias de la selección en el futuro del club. Porque en aquel momento nosotros fuimos el motor de la campaña de captación de acciones, recordando con nuestros partidos el valor que siempre había tenido la cantera en la historia de la entidad. Además, la mayoría de los jugadores eran de la Unión Deportiva, por lo que de alguna manera se identifica a la selección con el equipo, ya descendido entonces a la Segunda División B. Después de nuestra victoria en la final contra Murcia, la gente acudió a Pío XII a sacar sus acciones formando una hilera".
Ahí es donde radica la sensación de ingratitud recibida posteriormente hacia esos mismos jugadores. "No sé por qué motivo Las Palmas no creyó después en esta generación de futbolistas que fueron campeones de España. Quizá había demasiada presión o prisas para salir de la Segunda División B. La Unión Deportiva no le devolvió a ellos lo que habían dado", argumenta Medina. "¿Generación perdida?. No me gustaría decirlo así aunque es posible que de alguna manera podamos sentirlo. Pongo como ejemplo al propio Toni Robaina: llegó a Primera División, pero con intermitencias y no aquí. Creo que tenía cualidades para haber llegado más lejos en el fútbol. En general, en aquellos años era muy complicado jugar en Las Palmas a pesar de que se encontraba en Segunda B. Faltó confianza, sin duda, hacia estos chicos".
"Cuando era seleccionador pensaba que muchos de estos jugadores que fueron campeones iban a ganarse la vida en el fútbol; no ha sido así", comenta con cierta amargura.
DE ROBAINA A VIERA Y VITOLO
Medina aún se asombra de las cosas que era capaz de hacer 'El Faña', como le llamaban a Robaina, en los terrenos de juego. "A nivel táctico y técnico nos daba un salto de calidad tremendo con respecto a sus compañeros y a todos los demás jugadores del campeonato. Con 17 años desbordaba y enfrentaba al adversario con una superioridad notable con respecto al resto". Le pedimos a Ramón Medina que razone cuánto tiempo ha pasado desde que el fútbol de cantera de Las Palmas no ofrecía un producto como Robaina. Reflexiona, mira al cielo y sentencia: "Han habido muchos jugadores y muy buenos desde entonces. Pero de la calidad de Robaina, con un talento innato como el suyo y con capacidades tan notables ... creo que hemos tenido que esperar hasta Jonathan Viera y Vitolo. Puedo ser quizá injusto con esta afirmación, pero así lo siento".
Otra de las cualidades destacadas de aquel equipo por las crónicas de la época fue su notable capacidad para el contragolpe, con jugadores veloces que sentenciaron varios partidos. "Incluso así fue en la final, en el gol del 2-0, Teníamos esa virtud porque, insisto, combinamos lo técnico y lo físico. Nuestra idea táctica era con un 1-4-4-2. Y en la punta estaban Emilio, Suso o luego Robaina, que tenían una facilidad tremenda para jugar en velocidad. David Martín, además, era muy generoso con sus compañeros a la hora de crear espacios. El equipo lo hizo de maravilla".
Valora en alto grado Medina el papel jugado por su compañero en la misión técnica Yoyo de la Torre, pues "nos dio trescientos mil consejos; este triunfo fue de los dos. No me quiero olvidar de tantas otras personas que colaboraron con el equipo como Nicolás Sánchez, Paco del Pino, el médico Guillermo Bethencourt, ... formamos una piña y entre todos sacamos esta gran selección adelante".
Manuel Borrego
"Juan Carlos Valerón sólo entrenó un día con nosotros"
Ramón Medina, desde la distancia, ahora sonríe cuando explica cuál fue el principal hándicap que hubo de superar como técnico para la final disputada en el Estadio Santiago Bernabéu. "Robaina ya estaba al ciento por ciento con nosotros, después de haber participado con la UD Las Palmas; tenía apenas 17 años", inserta en la conversación. "Pero ese no fue el principal problema: cuando llegamos al campo para la jugar la final, los chicos estaban totalmente desconcentrados. La mayoría pisaban por primera vez el Bernabéu. Y estaban tan contentos e ilusionados que se centraron en pedir autógrafos a los jugadores del Atlético de Madrid y Real Madrid, que jugaban la final de Copa después. Incluso el portero David fue a pedirle los guantes a Paco Buyo".
La vuelta de tuerca llegó en el vestuario, cuando "aparecieron Juanito y Jesús Gil para hablar con nuestros jugadores y animarles. Fue un gran detalle por parte de ellos, porque les hizo mucha ilusión a los chiquillos. Sin embargo, una vez empezó el calentamiento toda la selección se centró en el trabajo que tenía que hacer. Y lo hicieron de forma extraordinaria".
Otro de los episodios curiosos de este trayecto hacia el éxito de 1992 fue la efímera presencia en la selección juvenil de Juan Carlos Valerón: "Vino un día nada más a entrenar con nosotros cuando ya la competición estaba en marcha. Me lo había recomendado Pillo, que era técnico en Arguineguín, y también me habló bien Juan Manuel Rodríguez. Valerón era muy técnico, pero en aquel momento excesivamente delgado. Nosotros teníamos el grupo ya formado y el juego definido; no siguió en la selección".
Ramón Medina, en el Pueblo Canario (Fotos: C. Torres)