De 'alcanzapelotas' de Boca Jrs. a portero en la UD
06/09/2012

Pablo Varela salió de casa en Bolívar a los 13 años para forjar un horizonte deportivo: Boca, Quilmes, Italia, Rumanía, San Pedro Mártir y ... su historia continúa

Manuel Borrego

Pablo Ezequiel Varela Rodríguez (10 de enero de 1991, San Carlos de Bolívar, República Argentina) dejó atrás a los trece años el hogar familiar para forjar un futuro en el deporte. Había recorrido con su padre las cinco horas de trayecto en guagua desde la residencia habitual hasta el Gran Buenos Aires. Boca Juniors era la primera estación. "Probé con miles de niños en una amplia selección de futuros jugadores. A esa edad me eligieron y estuve hasta los 17 años en una residencia del club, justo al lado de La Bombonera. A los 19, cuando me llegó la hora de ser profesional, salí de Boca para buscar un destino. Pero antes viví por dentro el club de mis amores", reconoce Varela cuando nos describe su peregrinaje para llegar a la portería de Las Palmas Atlético, donde esta temporada debuta con otro horizonte amarillo y azul en su óptica.

"Las porterías de La Bombonera se movían solas cuando sesenta mil hinchas brincaban a la vez"

Pablo es un emprendedor; lleva en su ADN la valentía del pionero. "Fui jugador de las inferiores Boca hasta los reservas, sin llegar a debutar. Antes había sido incluso alcanzapelotas (recogepelotas) en el estadio, porque ese club hay que sentirlo por dentro. Era impresionante estar allí, en todo tipo de partidos, con sesenta mil personas brincando en las gradas y cantando a coro. Cuando la hinchada saltaba en la tribuna, las porterías se movían. En Argentina se dice que La Bombonera no tiembla, late. Es verdad, yo lo he visto", expresa nostálgico en su entrevista a Tinta Amarilla.es.

Ser 'alcanzapelotas' es una enorme responsabilidad. "Te adiestraban para ello, tenías que estar concentrado en tu labor para ayudar al equipo. Si perdíamos, durante el partido tenía tres balones al lado para ponerlo pronto en el campo. Si íbamos ganando, en cambio, no había ninguno. Todo estaba estudiado y bien mecanizado. Aquel ambiente no lo he visto en ningún otro lado".

El técnico que le eligió para las categorías inferiores xeneize fue Víctor Civarelli, mientras Pablo Varela aprendería el oficio futbolístico con entrenadores como Sergio Saturno, Oscar Regenhart o Fernando Gamboa. Este último, ex jugador de Newell's en la etapa del Loco Bielsa y más tarde River, Boca y en España en el Real Oviedo, fue quien "más me marcó. Su actitud ganadora la supo infundir en los jugadores. Fue una etapa importante para mí".

Sus emociones bosteras quedan latentes pero cambiaron las profesionales, luego de alcanzar la mayoría de edad. Con el pasaporte español tramitado y tras un paso de seis meses en la cuarta división de Quilmes, se le brindó la oportunidad de cruzar el Atlántico para probar en Italia. Pablo fue emigrante en sentido inverso a sus antecesores hispanos. "Estuve en un club milanés denominado Rogoredo Calcio, de la serie C; pasé un frío enorme y lo primero que me dijo el entrenador fue que no jugaría hasta que hablase italiano. Era una etapa muy incómoda para mí porque tenía que esforzarme con personas que, si no hablabas su idioma, apenas te atendían. Pero logré dominar el italiano pronto y pude jugar la segunda vuelta".

EL PAISANO SIRO DARINO

El espíritu emprendedor de Pablo Varela no terminó de saciarse. Le llegó una oportunidad para ser el segundo portero del conjunto rumano de la Universidad Politécnica de Timisoara (otrora uno de los habituales de Europa), club que estaba en un serio conflicto tras un descenso administrativo. Y estando en Rumanía con el mercado cerrado en las distintas competiciones europeas, se quedó sin remos, porque Timisoara no tramitó su ficha. "El portero al que debía relevar no firmó el finiquito y se quedó en el club. Yo estaba a punto de abandonar", afirma. "Pero nos pusimos en contacto con Siro Darino, que es vecino de Bolívar y vivía unas calles cerca de nuestra casa. Nos echó una mano; empecé en el Regional C de Las Palmas pero no había cupo. Llegué tarde a la isla el pasado año. Maxi Barrera me abrió un hueco en el San Pedro Mártir la pasada temporada, algo que le agradeceré de manera eterna. Ese equipo me dio la vida, hicimos una buena campaña en lo personal y ahora estoy aquí. Empezamos un nuevo futuro" a las órdenes de Víctor Afonso.

"El fútbol tiene esto; es duro. Llevo tres años sin ver a mi padre, sin regresar", comenta Pablo Varela, quien confía en afianzarse en el proyecto de la UD Las Palmas como una nueva propuesta de la cantera para la portería. "Me ha tocado sacrificarme, lo asumo. El camino es largo".

CASILLAS, REFERENCIA

Pablo tiene sus propios iconos en la portería. "Soy como todos, me gusta Iker Castillas. Es actualmente el mejor portero mundial. Me gusta también Muslera, el meta de Uruguay, y de los legendarios recuerdo a Pato Abodancieri o a Córdoba, el colombiano . A Fillol siempre me lo nombran, pero no le vi jugar y no puedo tener una opinión". De su compañero y compatriota Mariano Barbosa expresa que "muy buen portero, muy respetado en Argentina. Aquí se le está valorando también".

Sus cualidades pasan por "ofrecer la máxima seguridad en vez de la espectacularidad. Con esa prioridad me preparo. El juego con el pie no es mi fuerte, pero voy bien en el uno contra uno. Tenemos tiempo para verlo", concluye.

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