LORETO IV: "Aprendí lucha canaria entre los tomateros"
10/05/2011

El puntal grancanario repasa en Tinta Amarilla todas sus vivencias, desde que se inició en el deporte vernáculo en los terrenos de cultivos en el Sur. Fue un fenómeno que impactaba incluso en rivales de mayor edad y peso

Antonio González, Loreto IV (11/enero/1967, Montaña de San Francisco) fue el décimo hijo de una modesta familia del Sur de Gran Canaria. Su padre trabajó picando pozos de agua a 200 metros de profundidad antes de pasar a la labranza en los tomateros. Su madre también ejerció en esta última profesión y en el hogar. El benjamín de los Loreto se forjó en las aparcerías. No tenía salida. Su mundo se dirigió desde el inicio hacia la lucha canaria porque en la casa sólo se hablaba de las hazañas del tío Antonio, el origen de la saga: "Mis siete hermanos estuvieron vinculados a este deporte de alguna forma. Y yo venía detrás. Mis comienzos fueron igual de humildes. Los amigos nos retábamos en los cercados donde quitábamos las piedras para practicar la lucha canaria. Era delgadito y alto, me veía endeble ante el resto pero me dí cuenta de que podía sacar ventaja si cambiaba el agarre porque los zurdos eran difíciles de derribar. Me pasé ‘a lo zurdo', como se dice en nuestro deporte", señala. "Fue mi mayor acierto porque luego me dí cuenta que con este cambio facilitaba las mañas para derribar a los rivales. Tiraba a contrarios que duplicaban mi peso. Así me convertí en un incómodo luchador durante tantos años".

Se considera "una persona viva, con los ojos muy abiertos y con mucha sangre en las venas". Loreto IV probó en otros deportes. En algunos fracasó de forma estrepitosa: "era un pésimo lateral derecho de fútbol. Era tan malo que mi propio hermano, que hacía de entrenador también, me convocó en un partido y estuve realizando el calentamiento durante los noventa minutos. Pero no me dio la oportunidad". También practicó el kárate y más tarde el judo, con los Coruña: "Me dijeron que tenía facilidad y que pronto podía ser campeón de España de mi peso. Pero el judo, deporte al que respeto mucho, no me compensaba económicamente como la lucha canaria".

EL CHICO DE LA TALEGA
En el arte de la brega vernácula había un nuevo talento. Lo sabían en el Roque Nublo. "Yo era el chico de la talega", recuerda, "el que llevaba a los terreros el saco con la vestimenta de los luchadores. Antes de las veladas retaba al encargado de este cometido en el equipo rival. Aprendí mucho como telonero de las luchadas". Tanto que en categoría juvenil tuvo la oportunidad de debutar contra el Adargoma. "Aquel día ganamos la luchada de mi categoría y luego tiré a dos rivales seniors. Deportivamente iba por delante de mi tiempo".

A los trece años de edad ya había protagonizado un hecho singular en una luchada contra el Maninidra de Ingenio, con motivo de las fiestas de Guayadeque: "No recuerdo el nombre del luchador adulto al que me enfrenté pero logré derribarle. Aquel hombre no asumió que un niño le hubiera ganado en un terrero. Se quitó la camisa y dijo en voz alta que se retiraba, que dejaba el deporte. Quedé impactado. No le vi más en una luchada. Al principio", prosigue, "no tuve el apoyo de mi madre y de mis hermanos, quienes no querían verme competir con adultos por el riesgo de sufrir una lesión. Luego fueron los que más me apoyaron".

El puntual sureño llegó a convertirse en un personaje mediático cuando la lucha canaria gozó de una etapa de esplendor en los años noventa. "En mi trayectoria deportiva muchos pueden decir que me han derribado, pero yo también puedo presumir de haber tirado a los mejores puntales del momento". De todas sus victorias guarda Loreto IV con especial satisfacción una sobre Juan Ramírez: "Fue el luchador ‘más encontrado' para mí. Cada vez que le veía en un terrero me engrifaba. Le pasaba lo mismo a Pedro Cano. Sin embargo una vez logré vencerle y aquella noche me fui muy satisfecho a casa. Me había proporcionado mil problemas resolver cómo tumbarle. Más tarde me enteré que tenía fiebre y había luchado enfermo".


LO HIZO POR LA LUCHA

La Luchada de TVE tuvo su noche de gloria con el desafío Coronas entre los grandes puntales de Tenerife y Gran Canaria: Parri y Loreto. En el primer encuentro ganó Parri que, tras concluir la jornada, dijo aquello de "lo hice por Tenerife". Loreto señala que "ese desafío debió terminar en la quinta lucha con mi victoria, al tener menos amonestaciones que mi adversario. Sin embargo, me dejé llevar por José Manuel Pitti y acepté disputarla a siete agarradas". En la revancha, el triunfo fue para Loreto pero la gloria no le hizo perder el sentido de la elegancia: "Creo que Parri se equivocó al decir aquella frase porque traicionaba al espíritu de la lucha canaria. Se dejó llevar por comentarios y su dedicatoria no dejó nada positivo. Algunas personas me pidieron que, si yo ganaba el segundo desafío, dijera que lo hacía por Gran Canaria. Sin embargo no estaba dispuesto a cometer el mismo error. Por eso el triunfo se lo dediqué a la lucha canaria".

COREA Y LAS HAMBURGUESAS DE McDONALD

Loreto IV fue integrante del combinado que hace 19 años exportó por vez primera la lucha canaria a la capital Corea del Sur, Seúl. "Aquel viaje resultó memorable", revive con añoranza. Se trataba de la devolución de visita a la selección nacional de lucha tradicional Ssirum, que había realizado el primer encuentro en nuestro archipiélago. Loreto ya había ofrecido una gran exhibición ante los coreanos en la cita del Centro Insular de Deportes. El puntal grancanario era una de las figuras de la delegación isleña y regresó de aquel viaje, al igual que Franquis, con el trofeo ‘Toro de Oro': "Este premio es una alta distinción en el deporte nacional coreano. Gané dos combates en la modalidad de lucha canaria y tres en la del país asiático".

El problema, sin embargo, fue la adaptación de los isleños durante dos semanas a la cultura oriental. "Imagínate: doce luchadores canarios, doce hombres como castillos y acostumbrados a comer como deportistas propios de la lucha canaria. No hace falta comentar que nuestras necesidades alimenticias fueron abundantes. Los coreanos se portaron muy gentiles con nosotros, se esforzaban en que nos sintiéramos cómodos", matiza. "Pero toda la comida que nos ofrecían era picante y cruda. Nos llevaron a una recepción oficial donde sirvieron cincuenta platos diferentes, pero todos sabían igual. Y en el hotel, lo mismo. Así que todos los canarios acabamos en el McDonald. La gente alucinaba cuando veía a los luchadores canarios cargando grandes bandejas de comida rápida a rebosar. Y así durante dos semanas. Las hamburguesas de McDonald nos salvaron en Corea. Había quien se comía seis, siete, ocho, ... yo qué sé. Ni las contábamos"..

PARRI, EN LA GLORIA
Los canarios lograron sorprender a los asiáticos incluso en su especialidad. Y crearon a un héroe improvisado en la modalidad de Ssirum. "A Parri la gente le creía un Dios. Logró la victoria más sonada de la época. Se enfrentó al campeón nacional de Corea en una lucha que fue televisada para todo el país. El coreano entró en un recinto de más de cinco mil personas como un ídolo", continúa. "Lo transportaron al centro del pabellón sentado en un trono. Parri lo desarmó con facilidad y su triunfo fue la noticia de la jornada. Todo el mundo quería fotografiarse luego con él. Íbamos por la calle y le paraban, le pedían autógrafos, le entregaban a sus hijos para hacer la foto con el campeón canario. Parecía un gigante entre aquella gente. Aquel fue un gran éxito para la lucha canaria".

TONONO, EL MÁS COMPLETO
En su larga trayectoria deportiva, Loreto IV midió fuerzas con los mejores luchadores de las tres últimas décadas. No vacila en afirmar quién es el más completo de cuántos se cruzaron en su camino: "Tonono Pérez, sin duda. No sólo me gustaría destacarle por su manejo de toda la gama de luchas con independencia de quién fuera su rival. Es que como entrenador también es muy completo y sabio. Tonono es algo fuera de lo normal en nuestro deporte. Sabe transmitir y motivar. El mandador ha de ser un buen psicológo para extraer el mayor rendimiento posible al deportista: generar la confianza del luchador. He conocido a otros excelentes técnicos, como Vicente Alonso, los hermanos Coruña y mi propio hermano Pepe".
Entre los que componen el elenco de estrellas actuales, Loreto se identifica con el estilo de Juan Espino El Trota: "le conozco bien. Ofrece condiciones técnicas y mentalidad para hacer grandes cosas. De igual forma destaco a Medianito IV. Ellos son los grandes estilistas del momento. La lucha les necesita para volver a renacer".

"A LA LUCHA LE SOBRAN KILOS"
Loreto IV percibe la crisis actual de la lucha desde una óptica técnica: "Creo que hoy hay luchadores tan buenos como antaño. Sin embargo, a la lucha le falta espectacularidad y a los luchadores les sobran algunos kilos. Los grandes puntales de 140 kilos de peso resuelven las agarradas en función de los castigos, de las amonestaciones. Hay un exceso de pasividad en la brega y se traiciona el principio de la luchada que es la espectacularidad, la maña o el arte para derribar al contrario". Otro problema, de igual forma, es la falta de apoyo político: "Nuestro deporte está ahora abandonado por la clase política y también de manera llamativa por los medios informativos. Debemos protegerlo todos para que vuelva a tener el rango que disfrutó antaño".

28 AÑOS EN LA BREGA

Desde 1980 a 2008. Loreto IV inició su trayectoria en el Roque Nublo (1980), siguió en Casa Pastores (hasta 1982), Unión Las Nieves (hasta 1986), Arguineguín (hasta 1992), Maspalomas (hasta 1994), Castillo (hasta 2002), Maninidra (hasta 2004), Aldea Blanca (hasta 2006) para luego encadenar Tazacorte, Tinajo y Florida, retirándose en este club de Tenerife en 2008.

Todos los trofeos. Loreto logró todos los títulos insulares y regionales, con distintos equipos, e incluso los de carácter individual. Fue puntal en las tres divisiones de la lucha canaria. Estuvo 28 temporadas en primera línea de nuestro deporte autóctono.

El coloso grancanario fue referente durante tres décadas en nuestro deporte vernáculo. A los trece años ya era capaz de tumbar a rivales de categoría senior

Manuel Borrego

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