El territorio de las rapaces
28/05/2011

Cuando el fútbol descansa, dos águilas y un halcón realizan a diario el control de las plagas de palomas y roedores en todos los rincones del Estadio de Gran Canaria. Sólo una pareja de cernícalos a atraven a desafiar al equipo de vigilancia que adiestra Braulio Perdomo; protegen su nidada

Cuando el fútbol descansa le toca el turno a Braulio Perdomo y a sus aves rapaces. Desde hace tres temporadas ha tomado el relevo para el control de fauna del Estadio de Gran Canaria. Palomas y roedores tienen un serio problema porque las dos águilas harris (originarias del desierto de Estados Unidos) y el halcón (un híbrido de sacre y gerifalte) tienen la misión de levantar el vuelo en un entrenamiento que consiste más en asustar que en cazar "aunque, de vez en cuanto, ocurre lo segundo".

Braulio (38 años) es fontanero, cetrero y entrenador de fútbol sala de los filiales del Panadería Pulido. Sus aves captan casi con la mirada todas sus instrucciones. La paz que a diario encuentra en un estadio vacío con más de 30.000 asientos a su alrededor le otorga un ambiente solemne a la actividad que, en horario vespertino habitual, ha de realizar. "Si no fueran por estos pájaros, el Estadio estaría invadido por las palomas. La primera vez que vinimos encontramos un serio problema. Estaban por todas partes, anidando en rincones impensables. Incluso en la techumbre había unos cincuenta nidos ... tuvimos que subir para resolver este asunto. Las palomas siguen estando cerca: en el parque Juan Pablo II y en el techo de los centros comerciales de Siete Palmas e Hipercor. Es un gran problema que tiene la ciudad. Pero, por aquí, no vienen. Y es curioso el asunto de las tórtolas", añade, "porque el Cementerio de San Lázaro está plagado y, sin embargo, ni se les ocurre asomar la cabeza por el estadio. Este es el territorio de las águilas".

Sin embargo, Braulio y sus alumnostienen un problema adicional en el último mes de mayo. Una pareja de cernícalos de ciudad ha anidado en el extremo de la cubierta más próxima a Naciente. Valientes y rápidos, los padres de los polluelos salen al encuentro del cetrero y sus águilas. Y no dudan en realizar ataques intimidatorios para agobiar a un presunto cazador de su nidada. Al estilo kamikaze, el papá cernícalo roza en varias ocasiones la cabeza del hombre que ha traído hasta las inmediaciones de su hogar a un ave que triplica su tamaño. E, incluso, se atreve a volar casi hasta el derribo junto a su temido oponente. "Son muy listos: saben que el águila es más lenta y no puede competir con su velocidad", añade el instructor de la Asociación Cetrecan. "Mis aves no les hacen caso. Están bien alimentadas y el cernícalo está fuera de su lista de piezas. Pero como se ponga a tiro ... El arte de cazar está escrito en la genética de estos animales. Yo sólo les indico el objetivo y luego ellas aprenden en solitario. En el caso de las águilas harris, tienen una habilidad particular: cazan como los lobos, en coordinación. Una atrae a las palomas y la otra espera para el ataque definitivo. Eso es inusual en el resto de las rapaces".

Braulio también aprende de sus animales. Primero les enseñó a identificar las características del Estadio de Gran Canaria porque hay zonas de riesgo. "Aquí murió un águila golpeándose contra uno de los cristales de la última planta después de que una paloma le hiciera un quiebro en el aire. A las mías las lleve allí y les enseñé lo que era el vidrio. Comprendieron que era un peligro. Luego ellas añadieron su técnica de caza. Al principio el ejemplar de harris se lanzaba contra todas las palomas y se agotaba porque hay muchos sitios para escapar en este estadio. Luego, sin que nadie le dijera cómo, paseaba con ella y ni se inmutaba al ver la pieza a pocos metros. Sin embargo esperaba atenta a que la paloma se posara en el graderío para realizar el ataque entre los asientos. Esa técnica es muy acertada".

Ha de tener mucho cuidado con lo que comen sus ejemplares puesto que las palomas de ciudad "tienen muchas enfermedades de transmisión. Esa carne no es válida si antes no es tratada. En mi casa también crío conejos e incluso ratas para alimentar a las rapaces. Tenemos que cuidarlas con mucha atención e, incluso, medicarlas para evitar que sufran una enfermedad a causa de la alimentación", señala, mientras premia al halcón con un trozo de carne al que se aferró con sus garras en pleno vuelo.

LOCALIZADOR A MANO

Las aves de Braulio vuelan con un aparato telemétrico, el dispositivo de búsqueda que es obligatorio. Una pequeña antena y un transmisor permite recuperarlas en caso de extravío. "Una de nuestras águilas acabó en el Centro Comercial persiguiendo a una paloma. Fue fácil encontrarla. Incluso si ellas están en Santa Brígida, puedo localizar su punto de encuentro con facilidad". Para ello ha debido hacer una inversión de más de mil euros, al margen del coste propio de compra y mantenimiento de sus rapaces. "Con esto de la crisis, nuestra asociación también se ha resentido. Antes éramos unos treinta; ahora sólo cuatro. Las aves nos proporcionan muchas cosas en nuestras vidas e, incluso, en estos momentos nos ayudan a pagar la hipoteca. Son más que amigas".

M.B.

Ataque sin respuesta: los cernícalos agobian al águila para alejarle de su nido bajo la tribuna del Estadio de Gran Canaria. (C. Torres)

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