'Touché' al silencio
06/07/2011

La Sala de Armas se rebela a la falta de tradición: un local de la Iglesia de Santa Teresa de Jesús y un viejo almacén de la calle Pérez del Toro sirven para que el club fabrique sus propios campeones

De esgrima existen tratados en la prehistoria del deporte moderno. Fue una de las modalidades recogidas por el Comité Olímpico Internacional en la nueva era de los Juegos Olímpicos, desde Atenas 1896. Pero de esta modalidad apenas se hablaba en Canarias hasta que hizo su aparición hace siete años el club La Sala de Armas. "Teníamos tres alumnos: Leyre Pérez, José Suárez y Sergio García", precisa la impulsora Rosa Montoro. "Todo empezó porque yo retomé este deporte aquí, en la Isla, diecisiete años después de abandonarlo en Madrid. Comenzamos unos pocos y ahora tenemos más de doscientos practicantes entre nuestro club y el Colegio Claret. Apenas unos años han servido para que acudamos a los certámenes nacionales y volvamos con siete medallas en la última edición. Esto funciona".

Visitamos la pequeña 'fábrica' de la familia compuesta por los instructores Ignacio Barea y Rosa Montoro. "Él se enamoró de mí en una Noche Vieja, cuando tenía 26 años; y también de la esgrima. Se lo quitamos al fútbol", añade. En Canarias no encontraron vocación alguna a este deporte que liga precisión, destreza, agilidad y una buena preparación física y mental de sus practicantes. "Los buenos tiradores empiezan a conocerse a los 24 años edad", apunta Ignacio mientras atiende sus obligaciones en el gimnasio de la calle Pérez del Toro. Si no hay tradición, tampoco instalaciones ni semillas. Tras un deambular en La Cornisa, la suerte le hizo un guiño a Rosa Montoro. "Pudimos disponer para los entrenamientos de un local en los bajos de la Iglesia de Santa Teresa de Jesús gracias a la ayuda del párroco. Nosotros lo hemos arreglado e instalamos allí dos pistas. Y luego", continúa, "encontramos este otro local de la calle Pérez del Toro, muy cerquita, que tenía las dimensiones muy justas para otras dos pistas de catorce metros y una más de diez. Ha quedado muy coqueto y nos cubre bastante nuestras necesidades para los entrenamientos".

HOMENAJE A MARTIN KRONLUND

Ambas instalaciones llevan el nombre del mentor de Rosa Montoro, el sueco Martin Kronlund (1916-2008), "una persona excepcional", añade la instructora. El local de Pérez del Toro era un antiguo almacén ahora acondicionado para el deporte de la espada, sable y florete. Javier Barea trabajó en él para acoplar todos los sistemas técnicos necesarios para los asaltos. "Sí, lo sé, es un poco surrealista", señala mientras nos muestra una imagen de Dalí junto a Gala, practicante de esgrima, en medio del entramado de cables; "quizá sea así por ellos". La Sala de Armas Kronlund II está abierta a la ciudadanía. Una amplia puerta de garaje permite su ventilación y que los transeúntes observen desde la acera el entrenamiento de los jóvenes tiradores. "Últimamente hasta el guagüero detiene su vehículo unos metros más allá de la parada. Lo hace a propósito para echar un vistazo a nuestras instalaciones y nuestras prácticas. Llevamos aquí desde marzo y creo que le hemos un poco de vida a este vecindario". Galería de imágenes de la Sala de Armas II

El esfuerzo de los titulares del club y de sus practicantes es muy notable. "Montar pistas como éstas supone una inversión de 1.300 euros aproximadamente cada una. Hay que traer los equipos desde Barcelona". El italiano Alessandro Capurso, tirador que ayuda de manera eventual al club grancanario, añade también que el esfuerzo económico de los deportistas le supone una inversión de "unos quinientos euros para tener un equipo competitivo. Pero este deporte engancha".

EXPANSIÓN CLARETIANA

La expansión de la esgrima y del propio club también le sobrevienea La Sala de Armas de forma imparable. "Nuestros hijos estaban en el Claret y acudimos un día a realizar una exhibición de esgrima, durante las Olimpiadas del colegio. Sin embargo, aquello gustó y nos propusieron organizar este deporte en sus instalaciones como actividad extraescolar. Así que ... no paramos" dice Rosa, que en estos días tienen actividad extra con los participantes de espada de los Medigames. "Son pocos, pero muy buenos", aclara Ignacio.

Carla Asenjo, Judith Ruiz, Paula y Blanca Martín, Juan y Lourdes Medina, Raúl Castellano y Gustavo Castelo realizan una muestra de sus habilidades. "Hay pocas competiciones, eso es lo que echamos en falta a nivel local y regional. Pero esto va en aumento. Nosotros nos reciclamos también", añade Rosa. "Del 27 de julio al 7 de agosto acudiremos a la localidad húngara de Szonbathely, para participar allí en una concentración a la que acuden 600 personas de 26 países. De nuestro club iremos once, cuatro más del resto de España. Y en diciembre", culmina, "seremos nosotros los que recibamos aquí a un grupo de tiradores, especialmente de Italia, que nos servirá para contactar con el mundo exterior. Esto está funcionando, poco a poco, pero sin pausa".

A la indiferencia, 'touché'.

Manuel Borrego

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