Una solución y otra decepción
25/08/2011

Por Manuel Borrego

Tras escuchar las conclusiones poshuelga que han ofrecido respectivamente José Luis Astiazarán y Luis Rubiales percibimos que, después de estas semanas de conflicto de los futbolistas con su patronal, los clubes que han navegado en temporadas pasadas regidos por la austeridad, la lealtad a sus contratos y obligaciones con Hacienda y Seguridad Sociedad han vuelto a quedar desamparados de alguna forma por ambos estamentos. Ni una palabra hubo para ellos, tampoco un propósito global para que se les premie, ni siquiera un gesto de agradecimiento en manifestaciones o comunicados. Han participado en la competición aceptando el riesgo y ahora son testigos y sufridores de las medidas de presión y sus consecuencias que el gremio de deportistas profesionales han ejercido para reflotar el dinero adeudado. Porque, al fin y al cabo detrás de todo este movimiento de protesta había un objetivo primordial: cobrar.

Preguntaba la pasada madrugada Miguel Ángel Ramírez en Punto Radio por qué plantillas como las del Rayo Vallecano o Betis, afectadas en grado elevado por impagos de sus propios clubes, no ejercieron la protesta en el mes de febrero, cuando el daño directo y exclusivo podría haberse dirigido a las empresas (clubes) que les habían contratado y defraudado. Lógicamente va a preguntar al desierto porque este movimiento gremial de ahora es inimaginable verlo desarrollar en otra etapa de la temporada donde se comprometen objetivos. Pero la huelga, con los acuerdos paralelos firmados, debería convertirse en algo más que un gran gasa para taponar la sangrante herida de 2011. Esos acuerdos de protección a los derechos del futbolistas que se acuñan de forma paralela al pago de la deuda deberían de fortalecer la estabilidad laboral del propio gremio de jugadores, pero también la de los clubes responsables. De lo contrario, si este tiempo invertido sólo tiene resultado la actualización de cuentas corrientes, insistimos: pan para hoy, conflictos del mañana. Porque los astutos sacan rédito de cualquier escenario. Y, ¿quién sabe?, por ejemplo a lo peor algún presidente pudiera pensar que puede sacarle rentabilidad a ese procedimiento de ruptura de contrato cuando sus jugadores lleven tres meses sin cobrar. Pues de todo hay en la espesa selva del deporte profesional.

Aún con todo es de justicia destacar la política austera y responsable que guía a una UD Las Palmas aún en concurso de acreedores, curiosamente denostada incluso en algunos sectores insulares donde la exigencia es máxima y la documentación sobre la realidad, mínima. Jugar limpio y con un modelo propio tiene que obtener algún día el premio de la gloria. Y ocurrirá sin ayudas ni atajos. Por eso sí merece la pena esperar.

 

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