Los hermanos Javier y Daniel Castellano (Las Palmas de Gran Canaria, 2 de noviembre de 1987) fueron las primeras incorporaciones de la temporada en curso. En realidad, el término correcto en este caso sería reincorporaciones. Volvieron al club de partida tres años después de aquella polémica marcha al Real Mallorca que ha sido censurada incluso por uno de sus valedores, Juan Manuel Rodríguez. Pero Dani y Javi o viceversa son ahora jugadores diferentes, con lecciones aprendidas luego de transitar por algunas etapas del duro desierto del profesionalismo donde lo que les prometieron no se ha cumplido.

Los gemelos Castellano han sido los refuerzos que menos ruido han hecho al iluminarse la campaña 2011-12. Fueron debutantes con el entrenador actual; uno en la Liga de Segunda A (Dani, 15 de diciembre de 2007) y otro en la Copa (Javi, 2 de enero de 2008), pero aquella efímera presencia no les dio para convencer a la parroquia grancanaria. Sin embargo tienen hambre de éxitos y el cuerpo técnico, con el respaldo de la propia dirección deportiva y asesoría del consejo, ha visto en ellos muchas virtudes y polivalencia para aportar soluciones en una plantilla que no ha cubierto todas las licencias que tiene a su disposición.

Ha sido Javi Castellano el primero en reaparecer en la escena de la UD Las Palmas, sin duda una de las sorpresas en la formación titular del pasado fin de semana en Guadalajara. Fue un futbolista estable, laborioso y sencillo. Ocupó mucho espacio y con su labor ha puesto cara una de las plazas de doble-pivote donde ha encajado junto a Vicente Gómez. Es el mismo Javi que el entrenador había situado durante la pretemporada en el centro de la defensa, mientras su hermano ejercía en diversas parcelas del centro del campo.

Dani, de momento, está en proceso de recuperación pero ya Juan Manuel le ha señalado para diversas funciones en el centro del campo, donde la competición es abundante y cualificada.

Javi y Dani han regresado con intención de ser soluciones para el equipo. Inseparables, coordinados e inconfundibles -cuando están juntos-. La larga temporada les ofrece la oportunidad de hacerse un hueco en el corazón de los aficionados a quienes, con aquella salida, dejaron precisamente descorazonados.