Por Higinio Medina
Como viene siendo habitual en los últimos partidos, la Unión Deportiva Las Palmas ha vuelto a ceder la posesión del balón a su rival, entendemos más por estrategia que por presión del contrario.
Al igual que ocurriera en Almería, frente al Alcorcón se estuvo los 30 primeros minutos del partido prácticamente corriendo detrás del esférico, circunstancia que en algunos momentos llegaba a irritar a la grada, que mostraba su malestar con algunas protestas y silbidos, igual que cuando se realizaba alguna acción de pundonor o brillantez se aplaudía a los jugadores.
No vamos a entrar a valorar si es conveniente o no este tirón de orejas por parte del aficionado mientras se está desarrollando el juego, probablemente es una situación que se volverá a repetir y quizás en ese momento hablaremos de ello; hoy quisiéramos centrar este artículo en dos aspectos fundamentales de cualquier proyecto que se precie: Organización y lucha.
La Unión Deportiva va corrigiendo poco a poco deficiencias y también poco a poco se va convirtiendo en un engranaje en el que cada uno de sus elementos va encajando en la maquinaria que va diseñando el entrenador.
El Alcorcón tuvo un porcentaje de posesión de balón mucho mayor que la Unión Deportiva, pero fue incapaz de superar el entramado organizativo de los canarios, casi nos atreveríamos a decir que se tenía un papel que interpretar y Las Palmas lo articulaba en cualquier parte del Gran Canaria; así veíamos, entre otras acciones, que a la salida de un córner lanzado por los amarillos y ante el previsible contraataque del equipo madrileño, después de que se perdiera el esférico Herner levantaba la mano indicando a sus compañeros como colocarse en la parcela defensiva y a Portillo haciendo lo propio a sus compañeros en la parte central del campo, todo ello en plena carrera de repliegue y desde campo contrario...
Evidentemente es muy complicado que el aspecto organizativo triunfe por sí mismo, por lo que se hace necesario el compromiso del conjunto, y éste, una vez más, quedó de manifiesto por la lucha que los jugadores mantenían en cualquier parcela del campo, haciendo gala de ella en momentos complicados del partido, particularmente cuando más enojado estaba el respetable y más atascado el equipo apareció la figura de Portillo, que sube a defender junto al banderín de córner recuperando el balón y levantando los aplausos de los aficionados que momentos antes "increpaban" al equipo. Creemos que este fue el momento de inflexión del partido...
Se podrá estar o no estar afortunado, la pelota entrará o no entrará, saldrán partidos mejores o peores, pero si la actitud y la aptitud se encuentran las metas que se tracen se podrán conseguir y la comunión con el aficionado será total, pues casi no se hablaría de los árbitros y si llega la tranquilidad de la permanencia probablemente veríamos un fútbol más exquisito y no tendríamos que esperar a los esporádicos destellos de calidad que salen de las botas, por ejemplo de Jonathan Viera.