Por José Hernández
Cuesta creer que Abilio ya no está entre nosotros, con su sonrisa abierta, sincera, que alegraba el encontrarte con él por las calles- Era de esas personas que parecía que no tenía ningún revés en la vida, aún al final de sus días, en que la enfermedad le castigó con virulencia y su deterioro físico era evidente. Pese a eso, en la silla de ruedas, no dejaba de bromear, aunque como en todo, la procesión iría por dentro.
Cuando éste sábado se realice un reconocimiento a Abilio, él estará alli, en la cancha de Obispo Frías, porque todos cerraremos los ojos y podremos decir. "¡Qué espectáculo ver jugar a Abilio!". Fue un jugador que nos marcó, tanto cuando estabamos en la grada, como cuando arbitraba con Tomás Peña de pareja, ya en su etapa juvenil en el Pepsi Sansofé. Vestidos de negro disfrutaba de verlo jugar. Ni una protesta, imponiendo su poderío fisico y su técnica, tanto en la primera línea como cuando estaba sobre la raya.
Ya desde la noche anterior, en la habitual cena de todos los años de los antiguos jugadores del Canteras, la silla de Abilio estará en sitio preferente. Él será el motivo de conversación de una velada siempre agradable, donde se recuerdan muchas vivencias pasadas y donde Abilio es protagonista de muchas anécdotas, porque además, él se prestaba para ello.
Es triste siempre despedir a un amigo y si todavía le quedaban años por vivir, apenas había sobrepasado los cincuenta años cuando nos dejó, más todavía. Pienso que el balonmano canario hace justicia haciendo este homenaje, pero pienso que el nombre de Abilio debe de quedar reflejado en algún lugar de nuestra ciudad para que generaciones futuras no se olviden de este hombre, ejemplo para nuestra juventud, deportista ejemplar y que dejó una profunda huella.