El lugarteniente del filial reaparece y se desgañita para organizar la victoria sobre el Villa de Santa Brígida
Hay actitudes que no pueden pasar inadvertidas. La de Hernán Santana (26 de agosto de 1990) merece un apéndice propio en las informaciones del filial amarillo. Regresó este domingo a su trabajo con Las Palmas tras casi un mes lesionado. Y lo hizo con la misma intensidad que le ha caracterizado siempre, sin bajar la guardia. Hernán fue más Hernán porque había que poner mucho orden en el partido. Sin su socio Roque Mesa, ya instalado en el primer equipo del club con todos los honores, al centrocampista le toca demostrar por qué tiene el brazalete de capitán y por qué se puede contar con él para fabricar cualquier plan de futuro.
Le toca ser el líder de un filial en plena metamorfosis, con proyectos individuales a los que hay que enseñar los detalles la profesión, tanto los evidentes como los invisibles. Hernán no perdona y su voz se escuchó en el Anexo por encima de la del propio Víctor Afonso. "¡Asdrúbal!, remate, ni lo pienses", "¡Omar!, regresa ya que tenemos uno menos!, "¡Víctor!, a presionar", "¡Manu!, ni un regate más", y así uno por uno en cada jugada. No baja la guardia, no tiene motivos pese a que ha tenido en el primer equipo dos experiencias que podrían marcarle. La del debut oficial con Paco Jémez, la pasada temporada, fue para olvidar con aquella actuación en Alcorcón compartiendo un inédito tandem con el desaparecido Leo Borzani. Y esta misma campaña, en el partido de Copa contra el Celta donde participó en 120 de sacrificio y desgaste. Está preparándose para el gran salto, que un día llegará sin duda.
Hernán sabe que la senda hasta el primer equipo está complicada, por la abundancia de efectivos competidores y la calidad de los mismos. Pero ha visto cómo Roque, jugador perseverante y con una personalidad insobornable, ha sido capaz de llegar a puerto e instalar su bandera. Le toca reinvidicarse desde la nave de formación. Allí le necesitan; siendo tan joven hace labor de veterano. La constancia espera al final de cada camino.