Por Higinio Medina
Pelotazos, desorientación, desorganización, desequilibrio, improvisación, transformación, previsibilidad, falta de concentración, falta de presión, falta de criterio, un punto de doce posibles...
Es evidente que esta no es la imagen que la Unión Deportiva Las Palmas debe dar sobre un terreno de juego. Un partido se puede dar mal, dos partidos se pueden dar mal y a pesar de ello la imagen puede ser buena, pero cuando los partidos se empiezan a dar mal y la imagen empieza a deteriorarse, es un síntoma claro que invita a la reflexión.
Ningún equipo es fácil, ni siquiera debe considerarse a priori esta opción, por eso durante la semana el equipo amarillo ensaya y se prepara para afrontar el partido ante el rival asignado. El entrenador diseña la estrategia y elige a los jugadores que estime oportunos en función de la misma y desde luego en función del análisis que se haya hecho del rival. ¿Qué falla entonces?
El equipo debe tener personalidad a pesar de las limitaciones que puedan existir y hemos visto que en muchas ocasiones estas limitaciones se han superado a base de pundonor. Entendemos que se debe buscar un nivel de juego en base a un equilibrio en las líneas, e incluso entendemos que los planteamientos del entrenador se encaminen a no encajar goles cediendo el terreno al contrario e intentar sorprenderlo al contragolpe, incluso seccionando el partido. Hasta ahí todo correcto, pero no llegamos a comprender ese interés permanente en ir a sorprender con cambios constantes en las alineaciones, cambios que, por lo que hemos visto hasta ahora, son como el viaje a ninguna parte y que a la postre terminarán por convertirse en la carencia de una identidad; en la falta de una personalidad siempre necesaria y que si se llega a carecer de ella el equipo y su afición terminarían arrastrándose por los pastos de la indolencia.
Nadie mejor que el entrenador sabe el estado en el que se encuentran sus pupilos, pero ¿tanto puede variar el estado de un jugador de una semana a otra, sobre todo cuando el rendimiento está siendo óptimo como para tener que sentarlo en el banquillo? ¿Tanto puede variar el estado de los jugadores de una línea determinada para que no se alinee a ninguno y se cambie de posición a otro para que ocupe esa demarcación?
Algo está comenzando a fallar y los resultados lo están demostrando, es tiempo de corregir errores y a veces empecinamientos. Queda mucha liga y aunque se vislumbra un patrón de juego, con el que se podrá estar de acuerdo o no, tanto cambio no puede ser bueno y la estabilidad que se había observado en determinados momentos comenzaría a desvanecerse.
Los miedos acechan y son muy peligrosos, es el momento de ser reflexivos, es el momento de detenerse para analizar la trama de esta obra por si fuera necesario hacer correcciones, es el momento de tener la mente despierta, es el momento de la comunicación, del diálogo, y si fuera necesario releer el guión, porque de lo contrario el desenlace podría convertirse en un desenlace inesperado y la obra que tanto sacrificio cuesta mantener en pie se vería seriamente afectada y como si de una representación se tratase, por este camino el final no sería un final de aplausos con el público puesto en pie, sería desde luego una decepción más...