No es sencillo, no. Cien partidos en la silla eléctrica de la UD Las Palmas, en tres etapas diferentes como primer entrenador, algunas más como asistente o miembro del cuerpo técnico de la entidad, será el dato que se incorporará el próximo fin de semana al expediente de Juan Manuel Rodríguez. ¿Quién se lo diría? ... cuando en 1996, luego de ser una de las columnas internas del ascenso a la Segunda A dejaba el club, siendo sacrificado en una astuta maniobra de desarme de su entonces jefe Pacuco Rosales, el objetivo real de aquel consejo de administración que ya estaba en el guiñol de Gerencia Deportiva. Y parecía que era un adiós para siempre. Pero Juan Manuel siempre fue un rebelde con causa, un hombre invencible que navegó como los botes de nuestra vela latina: contra el viento. Cien jornadas o cien partidos oficiales, casi nada; en la etapa más dura de la entidad, la más exigente porque se vive del pasado y no se atiende a la paciencia, una palabra que siempre tiene en boca.

Cien partidos serán y en todos ellos uno conserva cierta sensación de que Juan Manuel es un entrenador bajo un microscopio, examinándosele día a día, exigiéndosele desde diversos sectores éxito en situaciones de tempestad. En esos cien encuentros ha obrado dos gestos de salvamento de un descenso, de producción de jugadores y, por qué no, de aprendizaje propio. El Juan Manuel del partido número cien dista mucho del de su debut frente al CD Leganés, en el que también fue el primer partido oficial de la UD Las Palmas en el Estadio de Gran Canaria (6 de septiembre de 2003). Estadio y entrenador han viajado muy juntos y lo seguirán haciendo.

Cien encuentros con la UD Las Palmas no están al alcance de cualquiera. Sólo siete entrenadores lo han conseguido y de ellos, dos canarios (Luis Molowny y Paco Castellano). Aún con las dificultades y con los vaivenes de la competición, su trabajo hay que analizarlo con todos los condicionantes que le rodean. Con tal cantidad de reválidas que lleva acumulada merece una comprensión que sea también proporcional. Y ojalá que al menos uno lo añada algún día en la Primera División.