Por Manuel Borrego
El primer error cometido por la UD Las Palmas fue mantener en el banquillo a un jugador relevado, máxime aún cuando el partido estaba en su punto culminante. Dominar las pulsaciones es imposible y un futbolista que ya no 'pinta nada' en el terreno de juego sólo puede aspirar a ser objeto de cualquier actuación disciplinaria de jueces y auxiliares. Dicho esto, no podemos indultar la tarjeta roja de Francis Suárez que se produce en medio de una protesta generalizada de los jugadores de la UD Las Palmas que no comprendían el por qué López Acera había señalado aquel penalti. Parecía un suceso propio de Iker Jiménez y su equipo de colaboradores hasta que las cámaras de la Televisión Canaria pillaron in fraganti a Mauro Quiroga bailando un tango con Maldonado.
Un caso así, el de Francis, no es la primera vez que ocurre y mucho menos en el conjunto grancanario. Por eso extraña que esa vieja lección no esté aún aprendida. A partir de ahora observaremos cómo los jugadores sustituidos se irán al vestuario y, si procede, una buena ducha fría les vendrá de maravilla.
Lo del Comité de Competición es caso aparte o "más de lo mismo". Ahí tiene toda la razón Juan Manuel Rodríguez. Precisamente, en esta misma web, explicábamos el pasado de octubre bajo el título "el ojo que fue a un dedo" cómo era inexplicable -sirva la reiteración- que unas protestas de Rodríguez tuvieran el mismo alcance disciplinario que la provocación de su colega Mourinho hacia Tito Vilanova. Ahora, apenas unos meses después, encontramos otro castigo ejemplar para el gemelo. Y es curioso la manera en que Competición aplica con rigor el reglamento. López Acera no deja constancia de insulto alguno ni refleja palabras en el acta que Francis dirigiera hacia su persona. Habla de "protestar de forma ostensible una decisión mía". Dos partidos al canto. Ese fallo es contundente porque adivina el Comité la gravedad de lo que ha podido decir (o no) Francis. Sin embargo, sólo unas semanas atrás pasa por alto la intención del barcelonista Piqué al provocar la quinta acumulación que le 'permitiría' jugar el clásico contra el Real Madrid. Todo el país es consciente de que aquella sanción, con la reglamentación en la mano, era de dos encuentros y no uno a pesar de que el árbitro en el acta no reflejó tal intencionalidad. Pero se trataba de un jugador del FC Barcelona.
Por eso, como dice Juan Manuel, más de lo mismo o resignación del pobre. Y Francis, a purgar y a aprender, que ya es hora.