Por Manuel Borrego
Es lícito que Jonathan Viera desee exhibirse en la Primera División. Es recomendable incluso. Posiblemente se trata del mejor jugador de producción propia germinado en el último lustro; no avanzamos más atrás en el tiempo porque curriculums ya sellados por otros grancanarios impresionan. Pero estamos ante un futbolista sin duda diferente, con unas cualidades técnicas que le permiten mirar hacia arriba. Es lícito también, y obligado, que la UD Las Palmas ponga en marcha su escudo protector porque no puede proporcionar ahora mismo a su mimado futbolista las dos facetas que colmarían sus aspiraciones profesionales: la deportiva (el equipo de Juan Manuel sigue inmerso en la pelea por la permanencia como primera traza) y la económica. Este último apartado no merece mayor comentario que el invitar a acudir a la hemeroteca a buscar cómo se fraguó el presupuesto de la vigente temporada en Pío XII.
Pero lo que está sucediendo con Viera ya pudo ocurrir antes en la reciente historia de la UD Las Palmas. Nos referimos a los intentos baldíos de los distintos consejos de administración, incluido el actual, de cerrar negociaciones de renovación como en su día ocurrió con Juan Carlos Valerón, Marcelino Díaz, como los más significados de los años noventa, Roberto Trashorras o Nauzet Alemán en fechas más recientes. El tiempo, por desgracia, corre a favor de los futbolistas cuyos contratos tengan fechas de caducidad y el club de origen no puede vivir de una promesa o de una negociación prolongada.
Pero algo sí ha cambiado esta vez porque el caso Viera se ha convertido en una partida de póker donde el movimiento realizado por el consejo que preside Miguel Ángel Ramírez es determinante. A raíz de lo acontecido este fin de semana se genera una importante incógnita:
En la hipótesis de que Las Palmas no ascienda, ¿en junio de 2012 habrá algún equipo que deposite tres millones para la UD y un contrato tan jugoso para el futbolista?. ¿Ambas cosas, quizá?
Las Palmas había puesto ahora una solución al jugador y su representante en caso de que en el futuro decidan no seguir en el club grancanario. Pero, además, el declinar la salida a Granada supone que por una cuestión de pura deontología el club cuyo nombre se asocie al futuro de Viera tendrá que depositar una cifra al menos igual que la perdida por la UD en este mes de enero (tres millones) pues, de lo contrario, la UD Las Palmas sería una vez más la gran perjudicada porque pierde a un jugador de estimable valía y renuncia por añadidura a captar unos recursos económicos que pueden aliviar su delicada tesorería.
Lo ocurrido este fin de semana sólo deja claro que el futuro del internacional sub'21 puede estar ahora más lejos que nunca de la camiseta amarilla. En la mesa de póker le toca mover ficha a Pedro Bravo como representante de Jonathan Viera y hombre de dilatada trayectoria en el mundo del fútbol profesional, en medio de una enorme expectación generada y en donde la afición de Las Palmas sólo entenderá que las cartas no se utilicen marcadas.