Laura del Toro: madre antes que árbitro
15/02/2012

La única mujer colegiada en Gran Canaria comenzó hace cuatro años tras sentir que "Adonay ya estaba criado". Ahora suspira por "dirigir algún día al Trota o a Medianito"

"Será este viento de Ingenio" susurra con una frase enigmática Laura del Toro (13 de septiembre de 1982, Ingenio), la única mujer colegiado en el horizonte de la lucha canaria en Gran Canaria. Ese aire al que se refiere acaricia a notables deportistas del terrero nacidos en aquellos pagos del Sureste y también a ella misma, curtida en una familia donde "nos reuníamos los fines de semana en una finca para hablar de lucha canaria. Ahora nos representan mi hermano Tomás del Toro, en el Chijafe de Tenerife, y mis primos Carmelo, Tomás, Juan Alberto, Manuel Ángel y Fran Rodríguez del Toro. Todo en nuestra casa ha sido lucha canaria y yo me he unido ahora que Adonay, mi hijo, está criado. Quería ser madre joven y, una vez cubierto este objetivo, me propuse ser árbitro de lucha canaria".

Detrás de todo este entramado estaba el tío de la saga, Tomás del Toro, mentor familiar. "Les enseñó a mis hermanos y primos muchas mañas y trucos, también a no ser tramposos. Ellos ahora suelen ir a darlo todo en el terrero, porque luchan para ganar. Son estilistas". La colegiada, sin embargo, tenía una perspectiva diferente del deporte porque acudía a las luchadas a protestar en la grada. "Empecé como aficionada, yendo a las luchadas de mi primo Carmelo. Protestaba a los árbitros, también les decía de todo. Pero pensé que tenía que meterme ahí porque sentía que podía cambiar cosas. Pero verte en la grada es muy diferente a estar en el centro de un terrero de lucha, con tantos intereses unos frente a otros. Ahora les comprendo y comparto la dificultad de cada una de las decisiones".

CUATRO AÑOS DE RODAJE

Apenas hace cuatro años que Laura del Toro cogió el silbato. Y, pese a su timidez y prejuicios originales, encontró una acogida amable entre todos los integrantes del vernáculo deporte. "Me sorprendió porque descubrí que no es un ambiente machista el de la lucha canaria, como quizá podría pensarse. Mis compañeros me recibieron con los brazos abiertos, dispuestos a ayudarme. Pensé quizá que no me tomarían en serio pero he descubierto que los luchadores también me respetan muchísimo, suelen ser muy comedidos en mi presencia y el trato es especialmente educado. Todos han comprendido que mi vocación es de absoluta neutralidad. Puedo fallar, lo tengo asumido, pero he de decir que me he sentido integrada y cada día tengo claros mis objetivos".

Su ilusión deportiva está perfectamente dibujada: "Llegar a dirigir algún día un encuentro de Primera categoría. Pitar una lucha al Trota o a Medianito. Estoy empezando a arbitrar en Tercera o auxilio a compañeros en otras categorías. Sé que es diferente pero me veo capacitada para mantener mi progresión personal. Hasta ahora hemos resuelto bien los encuentros dirigidos".

Laura es ama de casa por las mañanas y entre lunes a sábado la actividad luchística le ocupa diversas horas a lo largo de la tarde. "Los árbitros de lucha canaria no requieren una preparación física especial; salvo el tener una buena visión para las decisiones complicadas. En mi modesta opinión, soy partidaria de que las caídas con cualquier género de dudas se declaren revueltas. Que un luchador derribe con claridad o otro y no quede una sóla incógnita". Pero estos debates son también necesarios, como en todos los deportes de competición.

Adonay, de ocho años, es quien ocupa el resto de su agenda personal. "Ahora no está realizando el deporte porque Educación no permite que se mantenga la instrucción de la lucha canaria en los colegios. No sé qué voy a hacer con él, estamos intentando encontrarle un destino". Mira a su hijo, que luce la equipación del Maninidra y se ejercita en la arena desde los dos años de edad. En su armario personal tenía que estar la ropa de brega. "Aunque mi marido Juan José no va a la lucha, no sé si exactamente no le gusta porque la practicó en su etapa juvenil", aclara.

Laura espera acudir el viernes a Los Molinillos para la gran final Maninidra-Adargoma, aunque disfrutará del espectáculo con la imparcialidad que le permita el sentir que el equipo de su pueblo actúa en el encuentro por un título. Siente que va a producirse una buena luchada y sostiene la teoría de que "los grandes puntales ya no bregan como lo hace mi primo Carmelo que, como ya dije, sale a ganar dándolo todo. Se dedican, en cambio, a separarse y a jugar con las amonestaciones. Y, si algo falla, a echarle la culpa al árbitro. Esa penitencia es parte de nuestra responsabilidad".

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