¡Tierra, trágame!
02/03/2012

Agustín Mayor vivió con intensidad la luchada que había condicionado con su ausencia: no fue un aficionado; fue otro general con mando en graderío

No estaba de acuerdo Agustín Mayor y el CL Almogarén con la decisión del Comité de Disciplina de la Federación de Lucha Canaria, al sancionarle con una jornada. Pero con las normas del juego hay que contar. El lugarteniente de Juan Espino acompañó a su equipo en Las Huesas, tras desplazarse desde Lanzarote, su lugar de residencia y trabajo habitual. Regresó a Gran Canaria para sufrir. Porque desde el primer momento la luchada contra el Castro Morales fue una cuesta arriba constante para su equipo, que le echó sin duda en falta.

Agustín Mayor ha sido hasta ahora uno de los luchadores más determinantes de la competición grancanaria. Se encarga de allanar el camino a su jefe de filas, pero es tal el estado de forma que ha demostrado que se ha medido con éxito a los principales adversarios. En la final contra el Castro Morales, en Valsequillo, él había sido el hombre determinante.

Así que eso de sentarse detrás de los que llevan ropa de brega le resulta difícil. No era un aficionado más, tampoco un deportista menos porque no dejó de padecer lo que aconteció en el terrero. La cara de su hermano Raúl al verle bajar para las 'instrucciones' fraternas era un poema, especialmente porque Ayoze Ramírez había cobrado ventaja en su cruce particular. Agustín envió energía a todos sus compañeros, a veces sólo con una mirada. A Aridane Ramírez, en la anterior confrontación con el Castro Morales, sólo le indicó un 'poom' para explicarle cómo debía de resolver sus luchadas. Lo hizo. Pero este jueves la cosa pintaba distinta.

Esta vez nada le funcionó, pese a que se desgañitó. Ni siquiera el mismísimo Trota leyó del todo bien sus labios. Mayor le pidió, a falta de 18 segundos para el tiempo reglamentario, que utilizara los brazos y la fuerza de Catire para crearle un vacío. Trota lo intentó pero nada salió.

Todo Almogarén la jornada acabaría con una tila ... no es para menos. Pero los grandes equipos son los que saben aprender de las derrotas para hacerse más fuertes.

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