El descubridor de un 'Zamora'
21/03/2012

Miguel Guerra, hoy profesor del Colegio San Vicente de Paúl, se reencuentra con Cicovic, el portero que captó en 1997 para la UD Las Palmas procedente del Rad de Belgrado

Primavera de 1997, hace quince años. Con Germán Dévora en la dirección deportiva del club y Germán Suárez en la presidencia recién estrenada, la UD Las Palmas envía a sus emisarios a Europa en la búsqueda del portero que iba a relevar al notable Manolo López. Misión complicada porque un ídolo de la afición colgaba los guantes. Miguel Guerra (Las Palmas de Gran Canaria, 16 de febrero del 1959) regresa a Pío XII con un expediente interesante sobre el espigado guardameta del Rad de Belgrado, que entonces tenía casi 27 años. 1,94 de estatura, buenos conceptos técnicos, evaluación interesante para el seguimiento y también otros detalles a pulir, entre ellos su nulo conocimiento del castellano. "Estuve en Belgrado una semana y vi dos encuentros; Cicovic me encantó". Otros miembros del cuerpo técnico siguieron luego las evoluciones de Zeljko Cicovic, que compitió con otros porteros "creo recordar que un húngaro estaba a la par", señala Guerra, hasta que Las Palmas se decidió por el gigantón serbio.

"Lo primero que me gustó de Gran Canaria fueron las papas arrugadas", dice ahora Cicovic tras darse un abrazo con Miguel. Fue un fichaje como ningún otro en los tiempos modernos de la UD Las Palmas. Pedro García, el hoy miembro del gabinete de prensa del club y entonces audaz redactor de Diario de Las Palmas, rebuscaba por toda la isla porque sospechaba de la presencia de un fichaje para reforzar al equipo de Mariano García Remón. Pero éste viajó de incógnito. Estaba alojado en el hotel Sansofé de la Playa de Las Canteras con su agente Bebic. Las Palmas logró sorprender porque una vez concluyó la Liga 96-97 hizo la presentación de su nuevo cancerbero en el Estadio Insular, sin que se produjera una sola filtración. "A partir de ahora las cosas se harán así", anunció el nuevo presidente ...

Miguel Guerra saludó este miércoles a su amigo Cicovic, al que avaló en su fichaje en la Liga de Segunda División que dos años después iba a concederle el Trofeo Zamora del ejercicio 1998-99, el único que posee un jugador de la UD Las Palmas en su vasto historial. Miguel tenía buen ojo porque era también portero de la cadena de producción grancanaria, llegando a su filial con Álvaro Pérez procedente del Unión Moral de Gáldar. "Pero en la última jornada de Tercera, previa a la fase de ascenso, me lancé a detener una falta a Bío y me fracturé el cúbito y radio del brazo izquierdo". Aquella lesión es hoy su cicatriz de batalla, que tras un año largo de inactividad pudo abortar su progreso como futbolista en formación.

Paco Castellano fue quien auspició la vuelta de Miguel en el equipo filial y, en su posterior largo recorrer, también recuerda que le tocó retirarse a las órdenes de Juan Manuel Rodríguez. Pero el mundo del fútbol continuó para Miguel puesto que ha ejercido desde entonces como instructor de porteros. Lo hizo en la UD Las Palmas en distintas etapas, incluso combinando esta función en el Castillo a las órdenes de José Carlos Álamo, y ahora todavía quema su gusanillo personal en el Unión Viera. Allí pudo darle algunos consejos al hoy segundo cancerbero del equipo profesional grancanario, Raúl Lizoain, que también ve en Miguel a un padrino deportivo.

Miguel Guerra es hoy profesor del colegio San Vicente de Paúl, donde ejerce desde hace 26 años. Este miércoles, no obstante, estaba como pez en el agua disfrutando del aroma que desprende la hierba, del sonido del balón, de las caricias del cuero en las redes, ... y del rencuentro con aquellos a quienes imaginó con los ojos cerrados en el portal del equipo representativo.

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