Por Higinio Medina
Al finalizar el partido ante el Recreativo de Huelva el público asistente al Gran Canaria mostró su indiferencia al no aplaudir cuando los jugadores abandonaban el terreno de juego. Hoy contra el Huesca, no sólo no les aplaudió, sino que les recriminó el juego desarrollado con sus protestas; eso sí, los espectadores que habían quedado cuando a 10 minutos del final el equipo canario encajaba el tercer gol oscense.
Este rechazo de los aficionados a las últimas puestas en escena de los amarillos, sobre todo a las alturas de campeonato en la que nos encontramos, es un veredicto implacable que debe hacer reflexionar sobre el devenir de esta temporada que languidece. Cierto es que no se prometió nada y que se iba a luchar por la permanencia, pero las circunstancias ofrecieron una oportunidad casi única de obtener un premio mayor a pesar de las adversidades (árbitros, expulsiones, infortunio...) y lamentablemente no se pudo o no se supo aprovechar.
Un dato para la reflexión podría ser el porqué de la baja afluencia de "sufridores" al recinto de Siete Palmas, sobre todo considerando que en el puente de Semana Santa la entrada fue superior a los 11.500 y hoy apenas se llegó a los 7.500. Es evidente que existe una relación entre resultados y buen juego frente, salvando las excepciones, al "aplatanamiento" y la falta de espíritu observada en los tres últimos encuentros.
Hace unos días Juan Manuel Rodríguez decía en rueda de prensa: "Quiero que la afición duerma tranquila y que pueda soñar...". Es una frase; es un deseo loable por su parte..., pero no creemos que alguien no duerma tranquilo por la Unión Deportiva a excepción de sus dirigentes, quienes nos imaginamos la de "virguerías" que deben hacer para mantener el club a flote. En cambio los sueños están ahí, y aunque parece que esta misa está dicha, los sueños se van diluyendo por las contradicciones entre el deseo del entrenador y la realidad que vemos en el verde césped...