Por Higinio Medina
La mejor y la peor de las situaciones que se le podrían dar a la Unión Deportiva en el tramo final de la temporada se han dado. Por un lado, al margen de consideraciones que ya hemos comentado en otras ocasiones, entendemos como la mejor aquella en la que la categoría no depende, como en años anteriores, de los últimos partidos. Por otro lado el estar en "tierra de nadie", sin aspiraciones y sin preocupaciones, dado como se están desarrollando los últimos encuentros, es lo peor que puede suceder (no debería ser así), particularmente de cara al aficionado.
Es evidente y sería lo lógico que sin presiones de ningún tipo el espectáculo primase sobre cualquier otro aspecto, como mínimo para "entretener" al aficionado y hacerle disfrutar de buen fútbol. Pero resulta que no es así y que en los tres últimos encuentros del Gran Canaria lo que se ha conseguido es todo lo contrario.
Del espejismo de la ilusión se ha pasado a la vergüenza. A la vergüenza que deberían sentir los jugadores y cuerpo técnico por ver como se vacían las gradas antes de la finalización del partido. A la vergüenza que deberían sentir por los abucheos que reciben del respetable. El fútbol es sentimiento, un sentimiento que va en dos direcciones: Equipo y aficionado.
Creemos que la dignidad es un valor muy preciado, como creemos que no siempre todo va a ser perfecto y que se cometen errores, o simplemente el balón no quiere entrar; como también creemos que el rival está ahí para hacer su papel y poner las cosas difíciles. Pero ¿cuesta tanto cumplir con la tarea encomendada?, o como mínimo, ¿estar lo suficientemente concentrado para no dar esa imagen tan negativa?
En el partido de hoy se percibía por momentos a un entrenador desbordado; intentado poner orden en sus filas, unas filas en las que algunos de sus componentes a medida que avanzaba el partido se ¿ausentaban? cada vez más de él, mientras que otros no daban crédito a tanto despropósito. Tres imágenes lo reflejan nítidamente: (1) La desesperación de Pignol en el segundo gol, intentando agarrar al rival antes de que centrara (casi comete penalti). (2) Portillo mirando a David González al sacar del centro del campo tras el primer gol del Cartagena y (3) por último la mirada perdida de Juan Manuel Rodríguez cuando el partido finalizaba, casi sin dar crédito a lo acontecido una vez más.
Afortunadamente ya se habla de un nuevo proyecto, un proyecto con otras metas; más competitivo, y si son ciertos algunos rumores podríamos empezar a poner en marcha el reloj de los sueños, eso sí, a pesar de que aún quedan por disputar 5 partidos, en los que se pide desde la grada algo más de lo que han ofrecido hoy, pues no debemos olvidar que aunque sea un juego, también es un trabajo y en el trabajo hay que hacer las cosas bien, aunque sea un juego...