Una foto y una historia de infantes amarillos
02/07/2012

Ale Rivero, hoy jugador del filial, saboreó en primera línea con su amigo Carlos Peñate el último ascenso a Primera de 2000. Doce años después reviven aquella euforia

Una de las imágenes que dan vida a las paredes de la dirección general de la UD Las Palmas, en el palacete de Pío XII, es la de dos niños celebrando en el Estadio Insular uno de los goles grancanarios de época pasda. Los protagonistas localizan esta imagen el 21 de mayo de 2000, el día del ascenso a Primera frente al Elche (4-1). "Recordamos ese día tan especial". Patricio Viñayo se enamoró de esa escena con garra captada por la óptica del fotógrafo entonces de La Provincia, Oscar Jiménez, foto que ilustraría páginas del diario.

Esa imagen viajó con Viñayo desde el despacho de la jefatura de Deportes del rotatito hasta el suyo actual en el club amarillo. Los rostros de aquellos infantes abonados de la Grada Sur aún hablan de las emociones vividas en jornada tan memorable. Carlos está a la derecha. Se le escucha gritar el gooool de su equipo, cerrando los puños con energía y poniendo semblante de guerrillero victorioso. Alejandro es su cómplice; a su lado mira como queriendo transmitir un "esto ya no se nos escapa". Eran los amiguitos metidos en primera fila de butacas, liderando al graderío que, instantes después, no se pudo contener. Esta es su historia:

Doce años después, Ale Rivero y Carlos Peñate se reúnen en Pío XII para hablar sobre aquellos niños con el corazón amarillo. Repiten el gesto de entonces para nuestra web (C. Torres)

"Nos metimos en la avalancha cuando el público saltó al campo tras el ascenso"

"Un día tengo que reunir a estos dos niños; ¿quiénes eran y cómo serán hoy?. ¡Qué pedazo de fotografía, como las de antes!". Quien firma este reportaje hablaba con Patricio Viñayo en una reciente visita a la sede social de la UD Las Palmas. "A uno de ellos lo conoces bien, ¿no te suena la cara?", contestó el director general del club. Y es que, pasados doce años, uno de los protagonistas de la historia es Ale Rivero, el centrocampista del club grancanario que ya ha estado inmerso en algunas concentraciones del primer equipo. La pasada pretemporada realizó el stage en el Hotel Don Gregory al completo a las órdenes de Juan Manuel. A su lado, Carlos Peñate, amigo de la infancia y enlazado de por vida a su compañero porque la foto ejerce una fuerza de atracción indisoluble entre ambos.

Ale Rivero Peñate (5 de febrero de 1992) y Carlos Peñate Azcárate(13 de abril de 1992) se conocieron cuando tenían tres años de edad, en la guardería del Corazón de María, en la calle Canalejas. Desde entonces han transitado juntos hasta hoy y en aquellos días del año 2000 eran abonados infantiles de la Grada Sur. "Nuestros padres, Sebastián Peñate y Félix Rivero, hicieron amistad también por nosotros. Nos compraron abonos en la primera fila del Estadio Insular y ellos se situaron unas hileras más arriba. Lo hacían así para controlarnos mientras se jugaba el partido", recuerda con precisión Carlos. "Ufff. Aún veo esa fotografía y se me pone la piel de gallina", prosigue. "Ese día fue tremendo. Habíamos estado toda la temporada arriba en la clasificación y aquella emoción del ascenso la vivimos con mucha intensidad. Recuerdo los papelitos volando por todo el estadio, la charanga, la alegría, ... tengo imágenes sueltas de todo. Teníamos ocho años de edad y hay detalles que se pierden en el tiempo".

El futbolista Ale Rivero posee también flashes del momento. "Si nos fijamos en la imagen, me entró la risa floja porque me dí cuenta que el fotógrafo estaba preparado con la cámara y, bueno, en aquel momento me faltaban las paletas (risas). Existe alguna otra secuencia más en la que estoy mirando a la cámara. Fue un partido superemotivo. Me acuerdo que en los últimos minutos estábamos todos los aficionados preparados para saltar al campo, esperando a que el árbitro decidiera el final del encuentro. Nosotros fuimos de los primeros en llegar al césped. Pero nos perdimos entre la multitud".

"Sí, nos metimos en la avalancha cuando el público invadió el terreno de juego. Yo quería llevarme a casa un poquito de césped que había arrancado y al final lo perdí. Esa era mi ilusión ... Con tanta gente", sigue Carlos, "nos extraviamos pero nuestros padres nos esperaron en el mismo sitio donde habíamos partido hacia el campo. Allí les encontramos. Todos nos volvimos locos aquel día" señala mientras recuerda que en momento alguno estuvieron cerca de los jugadores de Kresic: "Había mucha gente y nosotros ... tan pequeños".

"ECHAMOS DE MENOS EL OLOR A LOS CALAMARES ASADOS"

Eran niños entonces pero captaron todo aquel significado que tenía el Estadio Insular. "Yo echo en falta todo: el ajetreo de las calles, el calor de la gente, el bullicio y hasta el olor a los calamares asados", confiesa Ale Rivero, que entre sus tesoros personales de la época conserva una camiseta del Turu Flores (1996 a 1998). "Vivo enfrente del Estadio Insular y me da mucha pena verlo en la actualidad. Me subo a la azotea y lo puedo ver todos los días. Ese ambiente de fútbol me quedaba a unos pasos de mi casa, era otra cosa distinta a lo de ahora pero difícilmente se volverá a saborear igual", añade con nostalgia Carlos.

"Mi ilusión es verme un día en el primer equipo y disfrutar del calor de la afición de la UD Las Palmas. En el Estadio de Gran Canaria hay ocasiones que se genera ese tipo de ambientes. Se me ponen los pelos de punta sólo de pensarlo. Para eso trabajo", habla Ale Rivero cuya trayectoria hasta alcanzar Las Palmas Atlético transitó por el Claret hasta infantil de segundo año, Universidad hasta cadete preferente y Unión Deportiva Las Palmas. "En aquella época me gustaba Josico; me fijaba mucho en él. Años después coincidimos en los entrenamientos. Eso era para mí alucinante".

Carlos, que estudia hoy segundo de Ingeniería industrial, jugó al fútbol con Ale en el colegio y lo practicó hasta hasta la etapa juvenil. "De aquella época, después del ascenso me gustaba mucho Guayre, también el portento físico de Oulare; era fuerte y rápido. Alucinaba con el carácter que mostraba Samways en el terreno de juego".

Para nosotros es una alegría haberles encontrado; lo que no ha cambiado en ambos es esa pasión que germinó y que tiene raíces profundas.

Manuel Borrego

Patricio Viñayo posa en su despacho de la dirección general de la UD Las Palmas con Ale Rivero y Carlos Peñate. Detrás la imagen que da pie al reportaje (C. Torres)

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