Un viaje desde Boca al Unión Viera
23/07/2012

Enrique Oviedo, delantero de referencia del club bonaerense en los años setenta, es colaborador técnico con club capitalino. Lleva tres décadas en España y reside en Santa Brígida

Las rutas del fútbol son insondables. Enrique Eduardo Oviedo (Buenos Aires, 2 de agosto de 1954) aspiraba a ser uno de los 22 elegidos de César Luis Menotti para la Copa del Mundo de España'82. Era en ese momento uno de los delanteros de referencia del campeonato de su país hasta que en su trayectoria se cruzó el portero de Vélez Sarsfield, cuyo nombre él mismo ya no recuerda: "Todo pasó muy rápido", dice. "Me partió la pierna en su salida y en aquel momento supe que el fútbol se estaba acabando para mí. Tuve muy mala suerte. Cuando salía de la cancha de Vélez, en la camilla, estaba llorando sin consuelo y mi hermano me preguntó si sufría por el dolor de la fractura. Le dije que lloraba por todo lo que me iba a perder a causa de la grave lesión".

Enrique Oviedo reside ahora en Gran Canaria, tras varias décadas en Aragón donde llegó a ser el presidente de la Casa de Argentina. Esta temporada debuta como técnico de uno de los equipos infantiles del Unión Viera. Llegó a Canarias porque se enamoró de una satauteña, Beatriz Sánchez, rehaciendo su vida como un isleño más. "La conocí en Gerona, convivimos luego en Zaragoza donde ella trabajó en la Expo del Agua. Estoy muy a gusto aquí y me siento integrado", afirma con un acento peninsular que en nada hace pensar su procedencia sudamericana. "Llegué a España en agosto de 1977, hace 33 años, cuando fui traspasado al Real Zaragoza donde estuve dos años. Jugué también en el Tarrasa, estuve unos meses a prueba en el Cruz Azul mexicano, volví al Platense de mi país y luego regresé a España con el Valladolid tras recuperarme de aquella lesión. Pero el fútbol siguió dándome tantas patadas morales que decidí retirarme muy joven, con 28 años de edad. No tenía fuerzas para seguir".

GATTI, TARANTINI, MOUZO...

Oviedo irrumpió en la Primera argentina con la mediación del ilustre técnico Juan Carlos Lorenzo, que le incorporó al Boca Juniors en una plantilla en la que también estaban el portero Hugo Gatti, Alberto Tarantini, Darío Felman, Roberto Mouzo o Rubén Suñé. "Jugaba en Villa Dálmine, un club de Campana a setenta kilómetros de Buenos Aires. Cuando me fichó Boca pensé que iba para el segundo conjunto, porque aquel año había salido campeón y era muy difícil jugar en el primer equipo. Sin embargo confiaron en mí y las cosas salieron muy bien".

Fue campeón de Liga en 1976 y 77 y también ganó la Copa Libertadores en 1977 con el club xeneize (gentilicio que significa genovés y señala el origen de los fundadores del club). "Defender la camiseta de Boca es maravilloso. No hay palabras para definir lo que representa, es indescriptible. El trato de la gente te hace sentir grande, el mundo se abre paso. Fue una época muy feliz".

Sin embargo, Oviedo vivió más tarde como integrante de Platense una de las mejores etapas del club de La Bombonera, cuando se juntaron a finales de los ochenta el ex jugador de la UD Las Palmas, Miguel Brindisi, y Diego Maradona. También participaba como reserva Carlos Morete. "Fueron campeones con un fútbol sensacional. Brindisi y Maradona se entendían sin mirarse. En el momento de mi grave lesión, yo llevaba diez goles en ocho partidos con Platense. Me seguía Brindisi, con ocho tantos. En mi etapa boquense también formé un buen tándem con Veglio. Jugábamos de memoria y todo nos salía".

A LAS PUERTAS DEL MUNDIAL

Oviedo admite que le quedó una asignatura deportiva pendiente a nivel personal: "No haber jugado con la selección de mi país. Estuve varias veces en la puerta del equipo, pero no entré. Ocurrió primero en el Mundial del 78, cuando estuve en una primera lista de cuarenta jugadores que luego se redujo. Entre los descartes finales estaba también Maradona, que era muy joven. Y más tarde ocurrió mi lesión. Valdano fue quien ocupó esa plaza. Hablé varias veces con Menotti y siempre me transmitió palabras de esperanzas, incluso cuando fue entrenador del Barcelona preguntó por mi situación en Valladolid. Ser internacional con Argentina es la ilusión de cualquier niño. Y en mi caso, por unas u otras razones, no lo pude lograr. Se me escapó de las manos".

En Zaragoza, donde residió tras su ciclo como jugador, llegó a dirigir varios conjuntos regionales y al equipo de Tercera División del Ebro FC. Ahora en el Unión Viera pretende "instruir a los chicos e infundirles los principios básicos del fútbol. Me ilusiona hacerles disfrutar de este deporte y evitar que vivan cualquier tipo de experiencias tan amargas como las que me tocaron a mí. El fútbol se inventó para que quienes participen y lo vean se diviertan".

Artículo publicado por Manuel Borrego en

La Provincia (8/octubre/2010)

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