La austeridad de la administración actual de la UD Las Palmas contrasta con las penalidades que vivió en el verano 2002, obligado a liberar a 16 futbolistas que dejaron cero euros en sus arcas
El tiempo y los acontecimientos no pueden pasar sin dejar huella. La UD Las Palmas, aún en concurso, tampoco puede permitirse olvidar las suyas. Las piruetas que realiza el actual consejo de administración, en su octava temporada bajo la presidencia de Miguel Ángel Ramírez, son admirables: Pelea cada céntimo de euro, sopesa cada iniciativa, medita sobre los avatares del mercado de futbolistas o sortea con cintura cada rumor, incluso los que le serían favorables. Todo tiene sentido porque la entidad debe ser rigurosa con su realidad, el acierto de cada decisión se traduce en euros en una de las etapas más dura que ha podido vivir desde su fundación.
Y cuando hablamos de la necesidad de tener memoria lo hacemos pensando en los antecedentes de la propia entidad. El fichaje de Macauley Chrisantus sirve como ejemplo, al igual que otros. Para llegar a él se desestimaron candidatos, incluso un jugador ya en plantilla (Mauro Quiroga) que ofrecía ciertas garantías al estar en el engranaje del grupo, pero que su continuidad no generaba patrimonio a la UD Las Palmas porque los derechos federativos siguen perteneciendo de pleno a GyE de Concepción del Uruguay. La apuesta por el nigeriano en cambio, que ya comienza a despertar expectación tras sus primeras pinceladas en la pretemporada, fue clara: es un jugador de élite que estaba a la baja, pero con juventud, cualidades y amplio margen de mejora. Inversión a través de un traspaso: cero; valor teórico para la entidad: el setenta por ciento de una cláusula de 30 millones de euros. El club toma decisiones con el propósito de dar un paso adelante como entidad. A veces acierta (Rondón, Colunga, Santamaría, ...) y otras no. Pero no pone en riesgo su futuro.
Macauley Chrisantus, durante su actuación frente al CD Tenerife en el Helidoro (Mykel)
A día de hoy no sabemos si la UD Las Palmas alcanzará el éxito de su propósito de ascenso en la temporada venidera; lo que es seguro es que el club no hipotecará su futuro con una creciente bola de nieve que eleve los números rojos al nivel de hace una década. El modelo de gestión actual trata de no zafarse del rigor presupuestario aunque ya advierte el presidente que "la caída de nuestros patrocinadores y televisión, así como la pérdida de abonados en las gradas nos hace pensar que al final de temporada, si no hay ascenso, tendremos que vender un jugador para equilibrar las cuentas". Toca disfrutar del teórico último año de Vitolo, salvo que los objetivos dicten lo contrario.
16 JUGADORES LIBERADOS
Pero Las Palmas no vivirá lo que padeció hace justo una década, diez años atrás, en el verano 2002. Fue lo que, en cierto tono jocoso llegó a definirse en el ambiente periodístico de la época como 'la gran evasión' al estilo UD, en alusión a la célebre película protagonizada por Steve McQueen. Conviene recordarlo porque la entidad, con otra filosofía y métodos de administración opuestos a la actual, llegó a generar aquellos 72 millones de euros que prácticamente le llevaron a la muerte. Pero el mes de julio y agosto de 2002, después del descenso de categoría desde la Primera División, produjo un hecho sin antecedentes en la historia de la entidad. Tan atenazada quedó la administración de Pío XII a causa de las deudas que el consejo de administración presidido por Luis González recibió la orden tutelar de negociar con jugadores la carta de libertad porque el club no podía responder a sus responsabilidades contractuales o los atrasos nominales. No tenía otra: la libertad de los futbolistas o, quizá, un descenso administración y/o la desaparición.
16 jugadores alcanzaron la carta rescisoria sin compensación alguna para Pío XII en aquel verano, aunque en realidad durante la temporada de Primera División ya se habían producido las primeras bajas en los casos de Jaime Molina (Numancia), Ramón González y Eloy Jiménez (Córdoba) además de Nacho González, con problemas de pasaporte. Pero al finalizar la campaña, con el descenso de Anoeta en el ambiente, causaron baja tras negociación Paqui (destino Osasuna), Sarasúa (Elche), Jaime Quesada (retirado), Tomás Olías (Levante), Schurrer (Real Sociedad), Josico (Villarreal), Vinny Samways (Sevilla), Pablo Lago (Racing), Edu Alonso (Alavés), Tevenet (Ejido) y Sequeiros (Compostela), además del internacional peruano Juan José Jayo que terminaba contrato de cesión. El orden de las salidas es lo de menos. Toda España parecía sentada a la puerta del club grancanario esperando que se abriera para captar excelentes jugadores a coste cero. Además, se unió en la negociación la revisión de los contratos de los brasileños Álvaro y Baiano, que lograron un compromiso de abandonar la entidad cuando culminara la campaña en Segunda A, a las órdenes de Yosu Uribe.
COSTARON 18 MILLONES DE EUROS
La aplicación de esta medida se producía además en una etapa de fertilidad económica, no en la crisis actual. Aquellos mismos futbolistas habían costado una fortuna a la propia Unión Deportiva. En marzo de 2004, el entonces presidente Manuel García Navarro desveló en rueda de prensa el pago de los traspasos de algunos de esos futbolistas, que ascendía a 18 millones de euros en su montante total. Descifró las operaciones en millones de pesetas: Paqui (85), Sarasúa (70), Nacho González (289), Jaime Quesada (40), Olías (142), Schurrer (600), Ramón González (295), Samways (300), Pablo Lago (40), Edu Alonso (300), Eloy (300), Tevenet (275) o Sequeiros (298).
La historia demostró que aquel sacrificio resultó inútil porque el bloqueo se mantuvo durante la siguiente temporada cuando la plantilla llegó a protagonizar, incluso, la primera huelga en el club estando inmersa en la lucha por el ascenso. Los jugadores y empleados de la entidad acumulaban casi ocho meses sin cobrar.
Conviene recordar el pasado para saber valorar lo que se está realizando en el presente donde cada euro es una conquista. Aunque, como dicen quienes han tenido la oportunidad de sentarse en una mesa de negociaciones con Miguel Ángel Ramírez, "si no gana, empata". Eso es precisamente lo que ocurre en la otra Liga de la UD Las Palmas.
Manuel Borrego