Los Juegos Olímpicos y la filatelia (3)
06/08/2012

La historia de los Juegos Olímpicos es verdaderamente apasionante. Sus inicios, sus principios son un hilo conductor fiel reflejo de la evolución de una sociedad que no tiene límites y que el barón de Coubertin supo encaminar bajo su lema (citius, altius, fortius) como método de superación.

Antiguos Juegos, nuevos Juegos (Cuba 2004)

Cuanto más exploramos, cuanto más nadamos en aguas normalmente calmas, pero en algunas ocasiones procelosas, descubrimos que el Olimpismo no está exento de la polémica. Polémica más veces fruto de la condición humana que la propia generada del buen debate.

Los Juegos Olímpicos que no fueron Olímpicos

Hay quienes los definen como los juegos intercalados; el caso es que en 1906 Grecia celebró unas Olimpiadas en las que participaron 20 países y en la que algunos de los actos que se datan con posterioridad vieron la luz en estos juegos, como es el caso de la ceremonia de apertura.

A la izquierda, relevos (Grecia 2004)

Desde un principio y tras Atenas 1896 el monarca griego Jorge I había manifestado su deseo de que Grecia fuera sede permanente para la celebración de los juegos, lo que venía a contravenir los principios de universalidad e itinerancia que mantenía Coubertín, de ahí que empezaran a surgir diferencias importantes incluso dentro del propio COI.

El aval en el que se apoyaban los griegos para mantener sus intenciones no fue otro que lo "caótico" de los juegos de París (1900) y San Luis (1904) al hacerlos coincidir con las Exposiciones Mundiales celebradas en esas ciudades, donde ocupaban, por decirlo de alguna forma, un segundo plano, y la historia que les precedía desde la antigüedad.

Una opción que se daba por válida frente a las reticencias de Coubertín, fue que se mantuvieran los juegos cada 4 años tal y como se habían diseñado, y para cubrir las tesis griegas celebrar unos permanentes en Atenas intercalándolos entre olimpiadas. Los juegos que bajo esta nueva tesitura se disputaron en 1906 registraron un resultado francamente positivo pero no contaron con la presencia del Barón, por lo que el proyecto de éste parecía resentirse de forma notoria. No obstante y como dice el refrán: "obras son amores, que no buenas razones", vemos que la realidad se impone y si por un lado tenemos que el costo económico de organización de los juegos en un mismo país cada 4 años es prácticamente insostenible, y si por otro nos encontramos con el conflicto que se mantenía por aquel entonces en los Balcanes y posteriormente la I Guerra Mundial, a Grecia no lo quedó otra que desistir de su empeño, circunstancia que aprovechó Coubertín para afianzar su proyecto en los términos que había diseñado primigeniamente, consiguiendo además que estos juegos no fueran considerados como tales.

Se han realizado gestiones para incluirlos como Juegos Olímpicos de pleno derecho pero el COI ha cercenado cualquier posibilidad al respecto, a pesar de la contradicción que puede significar el incluirlos dentro de su Museo Olímpico con el resto de Juegos.

Los Juegos Olímpicos de Invierno

Curiosamente la opción de celebrar unos juegos intercalados se retoma en 1986 cuando el COI decide que a partir de 1992 los Juegos Olímpicos de Invierno dejen de celebrarse el mismo año que los de verano, disputándose por primera vez en 1994.

A la derecha, Juegos Olímpicos de Sapporo (España 1972)

En los Juegos de Invierno España obtuvo su primera medalla de oro en Sapporo 1972, con la célebre actuación de Francisco Fernández Ochoa en la modalidad de Slalom masculino, mientras que la segunda medalla que alcanzaba el casillero español la conseguía 20 años después su hermana, Blanca Fernández Ochoa en Albertville 1992, en Slalom femenino; en este caso medalla de bronce.

El hecho de que los Juegos de Atenas 1906 no sean reconocidos no menoscaba su importancia sobre los "reconocidos", pues a partir de ellos se toma conciencia sobre lo que se había gestionado bien y lo que no. Podríamos considerarlo anecdótico si no fuera por el "desprecio" que significó hacia los deportistas que participaron, con algún que otro record en su haber, pero la historia se escribe así y las intrigas, por denominarlo de alguna forma, tienen estas consecuencias. No obstante, creemos que no fueron en balde, pues sirvieron para que se reflexionara muy seriamente sobre el devenir Olímpico en el futuro y así reconducir la situación en aras de un proyecto que salió fortalecido y en el que hoy se mantiene prácticamente la misma estructura que antaño, eso sí, evolucionando acorde con la sociedad.

Higinio Medina

 

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