Desde que Javi Guerrero llegó a la UD Las Palmas hace cuatro temporadas no había vivido un comienzo como el actual: las dos primeras jornadas en el banquillo y en blanco por razones técnicas. Su rol en el actual equipo es de ariete, posición que ocupa el nigeriano Macauley Chrisantus. El veterano compañero asiste paciente porque sabe que esta competición está llega de curvas y estaciones.

Sólo en una oportunidad Guerrero estuvo dos jornadas de manera consecutiva sentado en el banquillo sin salir al terreno de juego. Fue con Paco Jémez, en las fechas 6 y 7 de 2010-11, frente a Rayo y Betis respectivamente. El atenuante de ese ciclo era la recuperación de una lesión, que le había privado participar las dos jornadas anteriores ante Alcorcón y Villarreal B.

Con Sergio Kresic, un año antes, acumuló dos minutos en los dos primeros partidos de Liga, al haberse incorporado de manera tardía en la pretemporada, esperando su debut a la segunda jornada frente al Huesca.

En cualquier caso, Guerrero es un jugador de largo recorrido y su participación individual a través de la campaña es abundante. Si observamos su estadística personal, en 2012-13, con Lobera, ha cubierto ya prácticamente sus periodos como jugador reserva.

Es como el rock and roll: siempre vuelve.