Por Manuel Borrego
Una célebre frase de Luis Aragonés para definir el fútbol de alta competición y el impredecible desierto que los proyectos pueden atravesar: "En el fútbol cualquier tonto te monta un reloj de madera. ¡Y funciona!". La metáfora procede de las entrañas de los vestuarios, una manera de explicar el sabio de Hortaleza que existen mecanismos que, correctamente coordinados, son válidos en el teatro de la competición. Y en una categoría como la que está inmersa la UD Las Palmas, ahora en un mar de dudas tras sus dos últimos resultados, prevalecen dos conceptos que están asociados al éxito de las empresas deportivas: la seguridad defensiva y la precisión en los últimos metros. Y además, unidos por este orden. Todo lo demás, lo ornamental o lo estético, queda supeditado al rendimiento en las dos anteriores facetas.
El Elche, actual líder tras cuatro jornadas, es la mejor ilustración de lo anteriormente expuesto: su dominio en los partidos desciende a un 40 por ciento del control del balón porque dedica ampliamente su trabajo a la presión. Y, delante, posee dinamita. Por su parte el Villarreal (cinco goles a favor y dos en contra) es un refuerzo más de la teoría de seguro y eficiente.
En Segunda tiene más posibilidades de éxito los equipos seguros que los estéticos. Hay ejemplos a puñados y uno de ellos puede ser la propia UD Las Palmas 1999-2000 donde, con un fútbol censurado y que parecía dejar insatisfecha a una parte importante de crítica y parroquia, Sergio Kresic estableció un ascenso en 42 jornadas donde su equipo apenas encajó 41 goles (36 el también ascendido Osasuna, a su estela). Los sesenta tantos a favor los rentabilizó precisamente por el alto nivel defensivo de aquel sistema que servía como inhibidor del resto de rivales. No es aquel equipo el ejemplo a seguir, pero sí su conducta intensa en el terreno de la protección, que le dio garantías no sólo para salirse de la tabla sino para acabar las últimas jornadas con un fútbol brillante y emotivo.
Primero: la seguridad. Más tarde llegará la eficiencia. A esta UD Las Palmas de la era Lobera no le está traicionando su falta de profundidad o la carencia de imaginación en el tramo final de su ataque. El principal problema que se ha de atajar es la fragilidad defensiva; y no podemos admitir segundas interpretaciones. Cuando un equipo recibe dos goles en los diez primeros minutos de sus últimos encuentros o cuando ¡menudo dato! es capaz de cometer un penalti en apenas 28 segundos: ¿De qué estamos hablando?. Esto no tiene que ver con la elección de piezas o sistema, habla de algo más que, como bien subraya el entrenador aragonés, es subsanable. "No reconocía a los jugadores en el terreno de juego", dijo Lobera al analizar el partido contra el Alcorcón. Por momentos nosotros reconocimos, en cambio, a otras UD Las Palmas que mejor ni mencionar.