"Después del partido de Huelva no fui convocado ni el entrenador me hablaba. Dejé de pertenecer a la Unión Deportiva sin obtener la oportunidad que merecía"
Manuel Borrego
Rafael Suárez Hernández (Pico Viento, Tafira, 26 de noviembre de 1943) tiene un look impecable 50 años después de su debut como jugador de la UD Las Palmas, aquel 16 de septiembre de 1962 cuando le llegó su bautismo deportivo junto a Germán Dévora y José Manuel León. Aún tenía 18 años, aún saboreaba el título nacional de selecciones juveniles con los Diablillos Amarillos de Luis Molowny y aún destilaba aroma de internacional por su reciente debut con la selección juvenil española. Pero "por mi cabeza no pasaba todavía el poder estrenarme con el equipo profesional de la Unión Deportiva, a pesar de que esa posibilidad estaba latente porque habíamos realizado toda la pretemporada con la plantilla".
Durante la fase de preparación, Rosendo Hernández eligió a Rafael para actuar de manera alternativa con Ernesto Aparicio en el lateral derecho. Las opciones del jugador de Tafira crecían hasta que, por fin, conoció la decisión de su estreno en el estadio Colombino. "Fue una gran ilusión, saltaba directamente de juveniles a Segunda. Soy sincero: no esperaba jugar, porque había compañeros con experiencia y nombre, además actuábamos fuera de casa que siempre es una responsabilidad extra para un debutante. De hecho", prosigue, "almorcé fruta en abundancia, que era lo que más me gustaba. Estaba relajado. No me esperaba que más tarde mi nombre estuviera entre los once titulares. Pero una vez entramos en la caseta me enteré de todo. No me asusté ni sentí nervios porque no tuve tiempo para ello".
"Salí en el centro del campo con Juanito Guedes. Él por la derecha y yo por la izquierda. Me tocó marcar a Suárez y me sorprendí a mí mismo porque no estaba acostumbrado como 'medio'. Algunos de los veteranos me felicitaron porque entendieron que, a pesar de la derrota ante el Recreativo, había destacado. Estaba tan emocionado que aquello lo asimilé con mucha intensidad. Yo era de Tafira", continúa, "que estaba lejísimo entonces de Las Palmas. Mi familia vivió de forma discreta mi debut, porque el fútbol no era una prioridad. Francamente yo creo que lo hice bien en el partido".
"Después de mi regreso a Las Palmas pensé que el entrenador iba a contar más conmigo", rememora con nostalgia Rafael; "no había motivos para lo contrario. Era amateur porque no había firmado contrato y pertenecía a filiales. Pero nunca después, a partir de entonces, ni el técnico o cualquier directivo me dio explicaciones del por qué no jugué más con la Unión Deportiva. Vivía en una pensión en General Vives, pagada por el club; allí hacíamos vida en la capital para no tener que realizar desplazamientos largos a Tafira. Pero nunca llegué a vivir como profesional del fútbol (mil pesetas de la época para el pago de la pensión), porque no tuve contrato".
A la derecha, Rafael, Santiago -de pie-, Óscar y Germán, diablillos amarillos con la selección juvenil semanas antes del debut del 16 de septiembre de 1962 (Antonio de Armas, Historiador de la UD Las Palmas)
Califica Rafael su marcha de la Unión Deportiva, meses después, como "amarga. El entrenador, después de aquel partido en Huelva, no me volvió a convocar, ni a concentrar. No contaban conmigo, aunque entrenaba perfectamente con el resto y me gustaba hacerlo. Físicamente sé que era muy bueno, porque siempre me gustó el deporte, y era destacado en juveniles. De defensa lateral me defendía muy bien y por eso mi sorpresa fue que el técnico no se dirigiera ni una sola ocasión para decirme lo que pensaba. Nunca".
LA LESIÓN
Por su carácter, afirma Rafael que tampoco él pidió explicaciones. "En la temporada siguiente, al inicio, tuve una lesión ocurrida con un golpe en un entrenamiento. Tardé en recuperarme. Con Dauder me olía que el camino iba a ser el mismo que en la anterior campaña (Rosendo Hernández 1962-63). El ex jugador Samblás me dijo entonces que tenía la posibilidad de irme a un equipo en la Península, el RCD Espanyol que estaba en Segunda División, y por ello acudí al despacho de Jesús García Panasco (secretario general)". Le explicó Rafael que "el entrenador no hablaba conmigo y que entendía que podía tener una opción a salir a un club peninsular. Sin embargo, Panasco me respondió que era imposible mi salida. Hablamos durante largo rato, le hice ver que tenía 19 años y que podía tener una salida profesional. No pude salir pero al terminar la temporada fue la Unión Deportiva la que me dio la baja, condicionado sin duda por aquella lesión. Deje de pertenecer al club sin la oportunidad que merecía".
Vio Rafael Suárez pasar ante sí la evolución de aquellos que fueron sus compañeros en la selección juvenil, convertidos en estrellas profesionales de la UD Las Palmas. Le honra la admiración hacia los futbolistas sin dejar de reconocer que "a veces el fútbol no son sólo condiciones deportivas; también está la suerte de contar con apoyos que, en mi caso, no los tuve. Como todo en la vida. Estaba a disgusto aunque venía a ver los partidos de Las Palmas y sentía por dentro que podía estar allí, en el campo de juego. Tenía calidad futbolística y mi camino estaba dirigido hacia aquel equipo, pero se cortó".
El siguiente paso en su ruta deportiva fue Cádiz a donde acudió tras una decisión "algo precipitada", pero "tuve que regresar porque me llegó el alistamiento del cuartel, cuando tenía 20 años cumplidos. Después de otra mala experiencia que tuve con el Cádiz, decidí no volver a salir. Acepté jugar en el Sporting de San José, que entonces era un buen equipo de nuestras competiciones, y ahí mi vida cambió de rumbo"; del fútbol a agente comercial ... hasta que la efemérides de aquellas gestas de hace medio siglo y que llevan su nombre le han recuperado para añorar tan glorioso pasado.