Un equipo que corre y sonríe
08/12/2012

Por Manuel Borrego

Hay algo diferente en esta UD Las Palmas, explosiva en las ocho últimas jornadas de Liga (seis victorias y dos empates). Es un equipo que corre agotando el combustible y que sonríe en el trabajo, de lunes a domingo pasando por los días de la función. Algo ha cambiado de manera radical, que se traduce en resultados, goles y una solidez defensiva propia de un conjunto competitivo al máximo. Si la UD de Sergio Lobera alcanza el mes de mayo próximo en estas condiciones, con este grado de confianza, efectividad y entereza moral, estaremos hablando de un aspirante al ascenso a la Primera División, sin precisar la vía final elegida. Ha sido difícil llegar hasta aquí; mantenerse es el más complicado reto.

La UD Las Palmas tiene, como colectivo, varias virtudes. Pero sin duda la velocidad es la característica de su ataque que mayores dividendos le puede proporcionar. ¡Qué curioso contrasentido!; el estilo grancanario, otrora marcado por su fútbol pausado pero técnico, ahora es el más veloz de la Segunda División española, con varios hombres que poseen ritmos desbordantes para las defensas rivales, como pudo comprobar este sábado el Huesca. Cada vez que el balón partía en vertical y en la jugada estaba Thievy, la acción acababa en un disparo peligroso, un pase de gol o una ocasión abortada in extremis por los zagueros aragoneses.

Pero no es sólo el francés Thievy el que pone la quinta velocidad a las ofensivas. Hay más llegadores, incluso respaldados por un punta veloz como Chrisantus que este sábado dejó muestras de que con él se puede también contar cuando el equipo opte por cargas como las del Séptimo de Caballería. La UD Las Palmas actual presenta uno de los mejores contragolpes que le recordamos a través de la historia en las últimas décadas. Porque con los Vitolo, Nauzet y Momo como complementos la variedad de opciones de remate la pueden padecer las defensas adversarias si vuelven a repetirse situaciones tan favorables como las generadas ante el Huesca.

Además, en esta ocasión, Lobera optó por vaciar la posición de ariete desplazando a veces a los costados o al centro del campo a Thievy Guivane. Los centrales Alex Pérez y Luis Helguera no tenían a quien seguir; esperaban. Y en estas acometidas estuvieron en desventaja rítmica en la práctica totalidad de las ocasiones. Habrá fórmulas para contener el juego que propuso el equipo amarillo, sin duda, pero esta vez no la encontró Antonio Calderón y mucho menos sus elegidos para defender la avalancha que les cayó en el Estadio de Gran Canaria.

Al equipo grancanario se le ve realizado en este juego de contras, que en la mayoría de las ocasiones comienza con un robo de balón. Una jauría de carteristas amarillos insisten en el centro del campo, con la presión coordinada como orden global. Sacrificados y laboriosos, a los jugadores se les ve satisfechos, felices ... Peligroso enemigo el que, además de vaciarse en el campo, acude al vestuario con una sonrisa.

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