Por Juan Pedro Borrego
La vuelta de Sitapha Savané al Centro Insular de Deportes este domingo nos obliga a abrir el álbum de fotos para repasar el significado que tiene. Las páginas que contemplan la estancia del dakarí reflejan muchos grandes momentos. Fueron, más allá de los registros históricos individuales con el club, cinco fases finales de la Copa del Rey (en una lesionado), cinco play off (uno lesionado), y siete clasificaciones para competiciones internacionales, las que logró el Gran Canaria desde la llegada del gran capitán.
El primer equipo amarillo con el que se fotografiaba Savané en Gran Canaria lo formaron hombres como Jason Klein, Roberto Guerra, Will McDonald, Jim Moran, Gonzalo Martínez o Víctor Baldo. Todos ellos poseen un historial altamente productivo para el conjunto insular. Fueron y son deportistas ejemplares, no sólo con una producción deportiva notable para el club amarillo, sino que impregnaron en la entidad maneras de entender el deporte con una profesionalidad intachable. Ellos marcaron un antes y un después de los historiales de las plantillas amarillas. Fueron los que engendraron la buena química de un vestuario del que siempre se ha hablado muy bien por parte de los que después lo visitaron.
Atrás dejaron las comparecencias de otros profesionales, que entendían el baloncesto como una suma de individualidades. Con Savané al frente, la bandera del equipo ondeaba en los mástiles. Aquel que no lo comprendió, quedó rápidamente marcado por el colectivo.
Savané fue uno de los que debió dar ejemplo, cuando en el verano de 2006 el Gran Canaria hacía frente al derecho del tanteo evitando su ‘fuga' al Pamesa Valencia. El pívot senegalés tenía prácticamente hechas las maletas para empezar una nueva aventura en la capital del Turia. Pero en el último momento, el Granca puso sobre la mesa el sobre que definitivamente le ataba a la Isla.
Desde entonces, ‘Taph' fue el mejor jugador pagado de la plantilla; y lejos de escapar de la responsabilidad del reto que otros le habían planteado, asumió el compromiso como un canario más; y dirigió desde el vestuario y la cancha al Granca en su etapa más sobresaliente, siendo el máximo hombre de confianza de Maldonado y Martínez dentro del vestuario.
Este domingo, su visita puede significar una mirada melancólica a esos grandes momentos que disfrutaron los amarillos con su presencia en el equipo; pero también el recuerdo de que pese a todo, como ocurriera en sus ausencias por lesión, el juego debe continuar; y el Gran Canaria, como ha demostrado en múltiples ocasiones será capaz de rehacerse, e incluso mejorarse, pese a las duras y dolorosas pérdidas sufridas.