El público del Centro Insular prolongó durante dos minutos su bienvenida a Savané, que luego anotó 4 puntos en 16 minutos de actuación ante un Gran Canaria pletórico
M.B.
La sabiduría del aficionado del Centro Insular, ahora y hace dos décadas, está fuera de cualquier interrogante. No hace falta que nadie venga a recordarla. Lo demostró este domingo. Agradeció a Savané sus años como eficiente bregador para el Gran Canaria. El gesto del graderío duró dos largos minutos; fue unánime y conmovedor. Al otro lado de la pista también aplaudían todos, desde Pedro Martínez a Joaquín Costa, en el palco. El cariño y el aprecio que se le tiene al pivot senegalés no conoce deserciones, máxime cuando es la primera ocasión que regresa con otro escudo. Pero, después del homenaje, cada uno a lo suyo: Savané, primero desde el banquillo, remaba para el Joventut mientras todo Gran Canaria disfrutaba de un final de 2012 notable: clasificación para la Copa y paliza a la histórica Penya, irreconocible para quienes no somos capaces de desligar esos colores verdinegros con el baloncesto de alta escuela de antaño.
Porque el Joventut que pasó este domingo por el templo del Gran Canaria, minimizado ante un excelente rival que está en plena forma, traiciona claramente su relajada clasificación actual en la Liga ACB. Hemos de suponer que se ha tratado de un mal día o de las consecuencias de enfrentarse a uno de los cuatro principales poderes de la competición, porque durante largo rato la Penya bordeó el ridículo, con una actuación que de reiterarla podría dejarle para los leones al final del campeonato. Y nada tuvo que ver en ello la presión ambiental que se ejerce sobre la pista, como había adelantado Salva Maldonado antes de visitar la isla. El técnico debe que echarle un vistazo a los diez primeros de su equipo para comprobar el volumen de errores y desajustes, para defender y para atacar. Ahí terminó un partido al que le sobraron treinta minutos.
Las dos únicas ovaciones que recibió el equipo visitante en el encuentro fueron a consecuencia de las dos canastas de Savané en juego, durante los casi 16 minutos de su participación. Estuvo bien marcado por Rey y luego por Báez que, sin problemas físicos, se convierte en pieza angular bajo tableros.
Pero este Gran Canaria ha crecido sin él esta temporada, con un juego colectivo y actuaciones individuales descollantes. Nacen nuevos ídolos y otros que lo fueron tienen la fortuna de venir a recibir el afecto que conquistaron para siempre.