Por Manuel Borrego
La breve estancia en Gran Canaria antes de volver al trabajo, como integrante del cuerpo técnico de la Federación de Arabia Saudí, fue nuestra excusa idónea para homenajear en Tinta Amarilla.es a Paquito Ortiz, veinte años después de que se produjera su debut como integrante de la plantilla profesional de la UD Las Palmas. Prácticamente nada ha cambiado desde aquel día hasta hoy en uno de los jugadores que ha tenido mayor calado en el vestuario del club grancanario, no sólo entre sus propios compañeros sino para dirigentes, aficionados o periodistas. Paquito, uniformado siempre con sus inmensas cualidades humanas, fue un gran capitán del equipo en su década más difícil, la primera gran crisis deportiva de cuantas tuvo que vivir la entidad desde su fundación.
De Paquito podríamos comentar muchísimo porque su aportación en esos años fue abundante y eficiente. Puso al servicio del colectivo todo cuanto tenía e, incluso, sacrificó en exceso -a nuestro entender- su lucimiento personal para que el brillo de otros compañeros no perdiera intensidad. Porque Ortiz fue, además de un líder de vestuario, un notable jugador, dotado de cualidades técnicas y atléticas de relevancia, para no pasar de puntillas como él mismo pudo pretender en ocasiones. Afirma haberse rodeado de extraordinarios futbolistas y que él se sintió privilegiado por ello. Pero entre ese grupo de elegidos él nunca desentonaba y su rendimiento con todos los técnicos que le dirigieron siempre fue homogéneo.
Y ahora más. Porque aún no estando en la UD Las Palmas los futbolistas que le conocieron en la etapa formativa sabían que el 'siete' de los amarillos era un gran capitán al que había que imitar. Y lo han hecho. La buena semilla actual de la UD Las Palmas tiene sus raíces en deportistas como Paquito Ortiz, como Manolo López, Orlando Suárez, ... o antaño con Germán Dévora, Tonono, ... con un recorrido en el tiempo que acaba en David García. Gente que, además de saber administrar un balón, nació con un brazalete en el brazo y que han defendido como ese escudo requería. Por eso sus huellas no desaparecen.
Y para su regocijo tendremos siempre que recordarle que Paquito Ortiz embarcó en Segunda B y dejó la nave en Primera. Un logro al alcance de pocos.