Por Higinio Medina
¡Por fin!, la Unión Deportiva Las Palmas ha logrado sacudirse el sambenito que le perseguía en épocas no muy lejanas y particularmente en aquellos partidos de cierta importancia que debían solventarse en el Gran Canaria de forma consecutiva para optar a mayores metas en la competición liguera. Primero fue el Murcia hace 6 días y este sábado el Racing de Santander al que se venció por un exiguo 1-0.
No fue fácil. Niveles máximos de emoción e incertidumbre por lo acontecido se palpaban en el recinto deportivo de Siete Palmas, y hasta el pitido final los aficionados no suspiraron de alivio. Nueva victoria, pero al borde del infarto. ¡Cuánto "sufrimiento"¡ y también ¡cuánta alegría!. Pero es así como se escribe la historia de las grandes proezas: con mucho sacrificio. Atrás quedaba el nuevo error de Hernán y la negación ante el gol de Chrisantus...
Los canarios bordaron una primera parte exquisita que por momentos nos trasladaba a la década de los 60; fútbol preciso y precioso, con un excelente gol precedido de una gran jugada del reconvertido lateral Dani Castellano, que cada día se afianza más en una ubicación que se había convertido en un verdadero quebradero de cabeza para los técnicos del equipo amarillo.
Oficio y garra. Partido a partido, sin prisas pero sin pausas es la consigna, y un graderío que anima a sus jugadores, tanto cuando todo va sobre ruedas, como cuando flaquean, son los ingredientes de un cóctel explosivo en ilusiones y que se refleja en el estado de ánimo de los aficionados, sobre todo cuando abandonan el estadio. Esta noche sin ir más lejos, muchos tarareaban, incluso ya en la calle el himno de Las Palmas, y no es que fueran grupos que podría tener su lógica, lo observábamos a nivel individual y esa clara manifestación de felicidad por unos colores, aunque sea por unos momentos, no tiene precio...