Por Higinio Medina
Hace unos días veíamos en el clásico por excelencia del fútbol español, como el portero del Barcelona, Víctor Valdés, era expulsado, por su airada reacción, al finalizar el partido entre madrileños y catalanes por un posible penalti a favor de su equipo no señalado por el colegiado.
Hoy, en el encuentro que enfrentaba al Almería y a la Unión Deportiva Las Palmas, Vitolo fue objeto de una expulsión totalmente injusta, al entender el árbitro que se había llevado el balón con la mano. La realidad fue que el esférico le había golpeado en el muslo. Esta decisión mermaba notablemente al equipo canario, que tendría que jugar toda la segunda parte con un hombre menos y ante el segundo clasificado de la competición: un serio hándicap a pesar de que se iba ganando por dos goles a cero. Con todo ello el joven jugador canario no hizo ningún aspaviento; miró al trencilla, y se retiró del terreno de juego.
Esta reacción en un futbolista no es muy habitual, de ahí la importancia que tiene, pues, sin dudas, ayuda bastante a calmar los ánimos en un deporte en el que la tensión es máxima y los nervios siempre están a flor de piel. Luego se verá si es correcta o no la decisión arbitral, pues una vez tomada difícilmente se retractará y las protestas podrían agravar aún más la sanción. A partir de ahí se verá si procede o no recurrir. En este caso está clara la acción a seguir por el club amarillo.
En cuanto al partido en sí, a pesar de la victoria en el último suspiro (2-3) y de forma similar al empate logrado frente al Barcelona B, muchas son las lecturas que se pueden sacar del mismo. Por un lado comprobamos una vez más la fe que se tiene y no dar nada por perdido; por otro vemos cómo se ha entregado el control del balón al contrario, en función del resultado favorable que se tenía y volver a demostrar, una vez más, cierto temor. Estrategias al límite no suelen dar buen resultado y ante el Almería, justo es reconocer que la suerte, esquiva en otras ocasiones, ha vuelto a ser una perfecta aliada del equipo dirigido por Sergio Lobera.
Otro aspecto que llama poderosamente la atención es el importante número de oportunidades que se pierden, ya no cara al gol, sino en el engarce de las jugadas de ataque. Jugadores como Thevy o Chrisantus, a pesar de su gran aportación, deberían corregir ciertas deficiencias, cada vez más patentes, al enredarse en un juego en el que terminan perdiendo balones que podrían generar mucho peligro si "levantaran la cabeza" o fueran más generosos con sus compañeros. De todas formas, dado el resultado y la clasificación, es para estar contentos, pero no es bueno conformarse, pues lo que hoy te sale bien y da frutos, mañana puede ser lo contrario, aunque claro, hablamos de fútbol, y entonces, todo puede ser posible.